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Reportaje:CRÓNICA EN VERDE

Los paisajes del agua

Andalucía concentra el 56% de la superficie que en España ocupan los humedales

Andalucía ha perdido el 50% de las zonas húmedas que originalmente se distribuían por distintas comarcas, aproximadamente 130.000 hectáreas de lámina de agua distribuidas en unos 120 enclaves. Y aun así, es la comunidad que hoy concentra la nómina más extensa de este tipo de ecosistemas, tanto en número de espacios como en superficie total.

A pesar de estar considerada una región árida, el 56% de la superficie que en España ocupan las áreas inundables está en Andalucía. Aún más valiosa que su extensión es la variedad de estos ecosistemas. En una sola comunidad se encuentran lagunas hipersalinas, como la de Fuente de Piedra (Málaga); ramblas mediterráneas, como las que abundan en el litoral almeriense; humedales de alta montaña, localizados en el macizo de Sierra Nevada, o extensas marismas, de influencia atlántica, como las de la bahía de Cádiz o el Odiel (Huelva).

Los humedales andaluces sufrieron un implacable proceso de desecación a lo largo del siglo XIX y buena parte del XX. Hasta comienzos de los ochenta, y con excepción del Parque Nacional de Doñana, no se dictaron las primeras disposiciones para proteger algunos de los enclaves más valiosos. La laguna de Fuente de Piedra, las marismas del Odiel y las lagunas del sur de Córdoba fueron declaradas reservas integrales en 1984, y tres años más tarde se incorporaron las lagunas del sur de Cádiz. Con la aprobación en 1989 de la Ley de Espacios Naturales Protegidos, la nómina de zonas húmedas amparadas por la Administración autonómica se incrementó hasta superar las 40 y cubrir el 95% de la lámina de agua que suman todos los humedales de la región.

Autoridad ambiental

Sin embargo, la tutela que la autoridad ambiental ejerce sobre estos espacios no es suficiente para garantizar su conservación. A juicio de Ecologistas en Acción, muchas de las amenazas que en el pasado llevaron a la desaparición de este tipo de ecosistemas siguen hoy activas. La intensificación de los aprovechamientos agrícolas, la construcción de diferentes infraestructuras, el desarrollo urbanístico incontrolado, la introducción de especies animales y vegetales exóticas, la proliferación de incendios provocados o fortuitos, y la caza, legal o furtiva, son actuaciones que causan graves alteraciones en estos ecosistemas.

La Consejería de Medio Ambiente suma a este listado la acuicultura intensiva, la explotación irracional de los acuíferos y hasta la presión recreativa. En definitiva, un buen número de amenazas que ahora tratan de neutralizarse con el Plan Andaluz de Humedales. La nueva estrategia establece, en primer lugar, un inventario abierto en el que se ordenan todas aquellas zonas húmedas que merecen protección, y que en la actualidad, sin incluir aquellos enclaves que son de titularidad privada, recoge información de 145 localizaciones.

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A medio plazo, la consejería pretende impulsar la aprobación de una ley que regule la conservación de estos ecosistemas. En ella quedarían recogidos todos aquellos espacios que disfrutan de alguna figura de protección. En el caso de los humedales localizados en fincas privadas, y que aún no están tutelados por la Administración, podrían acogerse a la figura de reserva natural concertada, mediante la firma de un convenio con sus propietarios. Si esta fórmula no fuera viable, Medio Ambiente ya ha anunciado que recurrirá a la compra o expropiación de los mismos.

En definitiva, se busca una fórmula que permita coordinar la actuación sobre los humedales, estableciendo diferentes modelos de gestión unificados de acuerdo a las características de cada uno de ellos. La protección de la cubeta que ocupa la lámina de agua y su entorno inmediato, tal y como establecen las disposiciones que hasta ahora amparan a estos espacios, no garantiza la supervivencia de los mismos, por lo que la nueva estrategia busca extender las cautelas más allá de los estrictos límites administrativos de la zona protegida. Es el conjunto de las cuencas, superficiales y subterráneas, el que debe gestionarse de manera sostenible, lo que obliga a contar con la complicidad de otras consejerías y buscar el acuerdo de los ayuntamientos y del Gobierno central.

Gracias a la provisión de fondos comunitarios, este plan de humedales cuenta, hasta 2006, con una dotación que supera los 27 millones de euros, cantidad que seguramente representa una parte minúscula de los servicios, bienes y funciones que este tipo de ecosistemas aportan al conjunto de la sociedad andaluza.

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es

Espacios en peligro

Los ecologistas critican que el Plan Andaluz de Humedales, al igual que ha ocurrido con la estrategia elaborada hace ya más de tres años por la Comisión Nacional de Protección de la Naturaleza, no se haya aplicado hasta ahora, por más que se le venga dando publicidad desde hace tiempo. El retraso de estas actuaciones ha impedido frenar la degradación que vienen sufriendo algunos espacios, en los que de poco valen las normas legales de protección o las cautelas que establece el propio Convenio de Ramsar al que están acogidos.

Estos serían, a juicio de Ecologistas en Acción, los casos que requieren de una intervención inmediata:

- Doñana. La agricultura intensiva ha provocado la sobreexplotación del famoso acuífero 27, y el arroyo de La Rocina, el que mayor cantidad de agua aporta a este espacio protegido, ha visto reducido su caudal en un 50%. La contaminación por metales pesados y la construcción de diferentes infraestructuras también hipotecan el futuro de este humedal.

- Bahía de Cádiz. Los terrenos del parque natural siguen sufriendo la presión urbanística de los municipios del entorno. Las autovías han fragmentado este espacio protegido, y en la actualidad se debate un proyecto de ampliación del campus universitario gaditano que supondría la desecación de 37 hectáreas.

- Laguna de la Janda (Cádiz). La Consejería de Medio Ambiente no termina de ejecutar el plan de regeneración que hace años diseñó para esta zona húmeda, desecada a finales de los años sesenta y que con sus 4.000 hectáreas llegó a ser la más extensa de Andalucía.

- Embalses de Cordobilla y Malpasillo (Córdoba). Aunque protegidos por servir de refugio a un buen número de aves acuáticas, ambos embalses sufren un acelerado proceso de colmatación y tampoco escapan al vertido de residuos de todo tipo.

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