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Ecuador afronta hoy unas elecciones presidenciales claves para su estabilidad

Los escándalos de corrupción han sacudido al país andino en la última década

Ecuador trata de recuperar hoy su maltrecha estabilidad política e institucional en unas elecciones que proclamarán al décimo presidente de la República desde que el país recuperó la democracia en 1979, tras dos décadas de regímenes militares. En los últimos 10 años los escándalos de corrupción han sido moneda común y han provocado la caída de los dos últimos presidentes: Abdalá Bucaram, exiliado actualmente en Panamá, y Jamil Mahuad, refugiado en Estados Unidos. Los Gobiernos precedentes también quedaron salpicados por actuaciones ilícitas.

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En 1995, el vicepresidente Alberto Dahik, durante el Gobierno presidido por Sixto Durán Ballén, escapó a Costa Rica para eludir una orden de arresto por mal uso de dinero público. En el Gobierno interino de Fabián Alarcón (1997-98), el ministro de Gobierno, César Verduga, huyó para evitar un proceso por malversación. Seis banqueros acusados de haberse apoderado de ingentes sumas de dinero viven en Miami (Florida). Según la organización Transparencia Internacional, Ecuador es el segundo país más corrupto de América.

Estos datos permiten comprender en buena parte la contradicción, aparentemente inexplicable, entre la enorme riqueza de un país de sólo 12,1 millones de habitantes y la pobreza que afecta al 79% de la población. El petróleo, primera fuente de ingresos, cubrirá el año próximo con la inauguración del nuevo oleoducto más del 60% del presupuesto del Estado. Además, Ecuador produce plátano (primer productor del mundo), camarones, café y algodón.

Observadores de la UE

Setenta observadores de la Unión Europea (UE), encabezados por la eurodiputada y ex comisaria europea Emma Bonino, vigilarán el desarrollo de las elecciones. En la primera vuelta celebrada el pasado 20 de octubre, los electores dieron la espalda a los partidos tradicionales, y apostaron por los candidatos que, desde posiciones abiertamente antagónicas, menos tienen que ver con las élites que tradicionalmente se han repartido el poder en los últimos años. Por primera vez, un mestizo que habla en nombre de los pobres y de las etnias más marginadas, está en condiciones de llegar a la presidencia.Una victoria del coronel Lucio Gutiérrez supondrá un revulsivo en el frágil escenario político, económico y social del país andino. Su adversario, el multimillonario Álvaro Noboa, ha gastado dinero a raudales en una campaña repleta de promesas, que, según pronostican las encuestas, no ha logrado convencer a la mayoría del electorado. Los sondeos otorgan al coronel una ventaja de más de 20 puntos.

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Las oligarquías tanto de la sierra (Quito) como de la costa (Guayaquil) desconfían del coronel que ha ido de la mano de indigenistas e izquierdistas, y también del millonario bananero, que a pesar de su fortuna nunca ha sido aceptado por las élites tradicionales.

A los poderosos de siempre les quedan el Congreso, que tratarán de convertir en el bastión para torpedear al próximo presidente. Desde los cuarteles, las Fuerzas Armadas observan atentamente los acontecimientos.

La campaña electoral no ha logrado atraer el interés de la población, que se ha visto sacudida en las últimas semanas por accidentes y desastres naturales: la erupción del volcán Reventador y la explosión del mayor arsenal el Ejército en Riobamba.

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