La Generalitat bloqueará los accesos al campamento militar de Castillejos
Las autoridades quieren acabar con las multitudinarias fiestas ilegales
El antiguo campamento militar de Castillejos (Baix Camp) dispondrá desde el próximo viernes de un nuevo toque de queda. No para uniformados, ni para adolescentes recién rapados realizando instrucción militar. Mossos d'Esquadra, agentes de la Guardia Civil y forestales se encargarán de resguardar el complejo para evitar que se organicen fiestas clandestinas en su interior, cerca de un área boscosa de gran interés ecológico.
Desde que el Ejército abandonó las instalaciones del campamento de Castillejos, situado en el pleno corazón de La Mussara, el antiguo centro de reclutas se ha convertido en objetivo de centenares de jóvenes de toda Europa que celebran fiestas rave clandestinas que han generado alarma entre las poblaciones vecinas por el alto riesgo de incendio que suponen y por la suciedad que generan. Algunas de estas fiestas han congregado a miles de jóvenes procedentes incluso de otros países europeos, como Francia e Italia.
Entre las medidas que adoptarán las fuerzas de seguridad se encuentra la limitación de la entrada en el área por sus cinco accesos, alguno de los cuales se tapiará con grandes piedras en la calzada, para impedir la circulación de los camiones con aparatos de música que se utilizan en estas fiestas.
Traspaso de los terrenos
El acuerdo sobre esta medida se adoptó el pasado lunes entre los representantes de la Administración central y de la autonómica, Ángel Sagardoy y César Puig, respectivamente, dado que por el momento no se ha oficializado el traspaso de los terrenos militares al Gobierno autónomo, aunque estaba previsto para el pasado mes de septiembre. La Generalitat ha pagado por los terrenos del campamento 2,4 millones de euros.
Desde que el Ejército dejó de utilizar el campamento para la instrucción militar de reclutas, todas las instalaciones que contenía -casas para oficiales, cantina, comedores, sala de proyecciones e iglesia- han quedado en un estado de total abandono, con peligro incluso de derrumbe.
Paralelamente, grupos de jóvenes de los alrededores han utilizado el lugar para celebrar festejos nocturnos. Pero nunca lo habían hecho con la intensidad apreciada desde el pasado verano, cuando comenzaron a celebrarse fiestas multitudinarias que han reunido a jóvenes procedentes de toda Europa para bailar música tecno durante días. Las últimas fiestas se han organizado desde Francia por Internet y han generado problemas con la población de los alrededores. La última que se celebró, el fin de semana pasado, reunió a tan sólo 80 personas, atraídas por el éxito de convocatoria de la organizada el pasado mes de septiembre, que congregó a más de 4.000 jóvenes.
En esa fiesta, en la que participaron muchos franceses e italianos, agentes de la Guardia Civil identificaron a decenas de jóvenes por tenencia de drogas y de sustancias estupefacientes y fue la primera que generó alarma entre la población de los alrededores, no tanto por la conflictividad de los participantes como por el elevado riesgo de incendio.
El pasado lunes, el delegado de Gobierno, César Puig, explicó que las autoridades confían en que, además de la presión policial, las bajas temperaturas del invierno contribuyan a disuadir la celebración de este tipo de encuentros. Desde la Generalitat se ha formado un consorcio con las entidades locales que fomentará el aprovechamiento del antiguo emplazamiento militar y su entorno para un uso turístico sostenible y de servicios.
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