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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Justicia a la italiana

La condena, en segunda instancia, a 24 años de cárcel del ex primer ministro Giulio Andreotti, por urdir el asesinato en 1979 del periodista Mino Pecorelli, ha caído como un jarro de agua fría sobre una parte de la clase política italiana. El fallo ha vuelto a despertar el pasado turbio de las relaciones entre el poder, la Mafia y las Brigadas Rojas, que secuestraron y mataron en 1978 al entonces líder de la Democracia Cristiana, Aldo Moro, en una Italia en la que siempre aparecía, desde 1946, el mismo personaje, Andreotti, tirando de los hilos del poder, algo que precisamente estaba investigando el periodista asesinado. A falta del texto de la sentencia condenatoria del Tribunal de Apelación de Perugia, cabe preguntarse qué ha hecho variar la absolución de 1999 por falta de pruebas.

La acusación original se había basado en el testimonio en 1993 de un arrepentido de la Mafia, Tommasso Buscetta, fallecido hace dos años. No sorprende en la nueva sentencia que el capo con el que supuestamente trató Andreotti, Gaetano Badalamenti, haya sido también condenado, sino que se hayan librado sus sicarios, los autores materiales del asesinato. En todo caso, por edad (82 años) y por su condición de senador vitaliacio, Andreotti no irá a la cárcel. Y el Tribunal Supremo puede tardar años en ver el recurso presentado por Andreotti.

El Vaticano ha alabado la piedad del histórico dirigente democristiano, pero su mayor defensor ha sido el actual primer ministro, Silvio Berlusconi. Con su mayoría en el Parlamento, Il Cavaliere está echando un pulso a los jueces para salvarse a sí mismo. Se ha hecho aprobar una ley a medida para que el fraude contable en las empresas pase del ámbito penal al civil, con lo que uno de sus casos ha quedado sobreseído. Y ha ideado otra norma escandalosa, pendiente ya sólo de la rúbrica presidencial, que permite que un acusado recuse al tribunal natural en caso de mera "sospecha legítima" de parcialidad de los jueces. Esta medida no garantiza que Berlusconi escape totalmente a la justicia, pero sí que retrase prácticamente sine die el desenlace judicial del principal proceso al que se enfrenta por supuesto soborno a un juez de Milán.

Berlusconi afirmó al conocer la sentencia contra Andreotti que la justicia en Italia está "enloquecida". Sin duda, él está haciendo todo lo posible para contribuir a asfixiarla y hacerle perder la razón.

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