Los trenes de mercancías tardan once horas entre Barcelona a Perpiñán
Enrique Lacalle reclamó ayer la construcción de una línea ferroviaria de ancho europeo sólo para mercancías entre Barcelona y Perpiñán. Se trata, dijo, de una necesidad porque en estos momentos los trenes emplean 11 horas en recorrer los poco más de 200 kilómetros de trayecto. Con la nueva línea, este tiempo se reduciría a tres horas y, lo que es más importante, los trenes seguirían hacia cualquier punto de Europa. Lacalle hizo la petición como presidente de Barcelona Centro Logístico (BCL), entidad que agrupa diversos organismos institucionales y empresariales catalanes.
Los motivos para una petición de este tipo son claros: el transporte por ferrocarril crece en toda Europa y Cataluña no puede quedar al margen. Lacalle aseguró que se trabaja en la conciencia de que la línea no estará lista mañana, ya que este tipo de proyectos tienen un plazo de maduración (desde la idea a la inauguración) de unos 15 años. Pero ese mismo plazo es el que pasará hasta que se produzca el colapso de las carreteras y de las vías francesas, si no se toman medidas. Y esas medidas pasan por la ampliación de las líneas férreas.
La base de la propuesta es un estudio elaborado por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). En el mismo se estudian la situación actual y las perspectivas del transporte ferroviario.
Lo ideal, sugiere el estudio, sería la existencia de líneas europeas sólo para mercancías, como ocurre en Estados Unidos, pero se trata de un objetivo inalcanzable. Las comparaciones son claras: un mercancías que recorra los 2.000 kilómetros que separan Tucson de Chicago emplea 33 horas; un tren que cubra el trayecto entre Roma y Amberes, también de 2.000 kilómetros, tarda 100 horas. Además, los trenes europeos sólo admiten un piso para contendores, mientras que los norteamericanos tienen dos. Finalmente, la longitud máxima de los trenes europeos es de 750 metros, muy lejos de los hasta 4.000 metros de los estadounidenses.
Conscientes de ello, explica el informe, los puertos del norte de Europa han empezado a potenciar las conexiones ferroviarias. Es el caso, sobre todo, de Hamburgo y Rotterdam, pero también de Amberes y El Havre (el puerto de París). Barcelona no debería quedar al margen si aspira a convertirse en el puerto europeo para mercancías con origen o destino en Asia. Sin tren de ancho europeo, Barcelona pierde la ventaja que supone que los barcos requieran tres días menos de navegación que los principales puertos del norte de Europa.
La línea entre Barcelona y Perpiñán tiene ahora 212 kilómetros de longitud, que en la futura quedarían reducidos a 166. Los trenes pueden cargar hasta 380 toneladas en Francia, pero sólo 270 toneladas en España. Con la nueva línea, esta cifra se elevaría hasta las 450 en ambos casos. El estudio sugiere también una estación de intercambio en Vilamalla (Alt Empordà) u otro punto similar.
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