Uniembolsa: cantera de inversores

Regla número uno: jugarse sólo el dinero que a uno le sobra. Ni que decir tiene que pedir un préstamo para invertirlo en bolsa es más que un error de principiante. Así opina una decena de estudiantes de las licenciaturas de Economía y Dirección y Administración de Empresas de la Universidad de Málaga que son la columna vertebral de Uniembolsa. Se trata de un club de inversión adscrito a la Bolsa de Madrid. Desde el pasado curso ya realizaban sus pinitos desde el recibidor de la facultad de Económicas, pero el pasado jueves presentaron en sociedad su ticker (artilugio luminoso que refleja los valores del mercado en tiempo real).

El luminoso le da un aire sofisticado a unos pasillos inmersos en el bullicio del alumnado. Mientras unos pasean indiferentes esperando la próxima clase, otros -los miembros del club- estudian gráficos, analizan empresas y escudriñan el ticker. "Tenemos una asignatura que ofrece mucha teoría, pero no hay prácticas de inversión en bolsa. Nosotros hemos decidido no esperar a estar licenciados para aprender", asegura Jorge González, estudiante de 4º de LADE y tesorero de Uniembolsa. "La teoría es importante, pero al jugarte tu propio dinero aparece el pellizco en el estomago", añade González que, como la mayoría de sus compañeros, invierte en horas extraescolares.

Al ser un pequeño club, existe un límite de inversión de unos 12.000 euros, activo emanado de un fondo común abierto por los socios. El vicepresidente de este círculo de inversores, Sergio Fernández, sostiene que no se trata de un chiringuito financiero: "No es para ganar dinero", certifica. De hecho no han obtenido mucho. Mantener el patrimonio ya es un logro después de algún que otro resbalón. "Si quieres hundir una empresa, avísanos e invertiremos en ella", bromea Fernández. No se reirían si las pérdidas fueran graves. Hace nueve meses recibieron un chivatazo de una empresa tecnológica cuyo valor está hoy a la mitad. De momento, su objetivo es informar a todo el que tenga interés y el aprendizaje propio.

El club también organiza seminarios para acerca la bolsa a sus compañeros y un concurso. Uno de los conserjes de la facultad asegura que están todo el día metidos en la sala. Este empleado dice que les confiaría su dinero: "Pasan mucho tiempo allí, aunque todavía no he visto a ninguno con un BMW", señala entre risas. "Fallar no es motivo de trauma. Al contrario". Los miembros de Uniembolsa coinciden en que los batacazos enseñan más que una buena racha. Jorge González recuerda a un alumno que fue a la sede del club: "Había recibido una indemnización por un accidente, invirtió e hizo una auténtica fortuna que se esfumó rápido. Entonces decidió aprender", comenta Jorge González que, a sus 22 años reconoce que invertir "engancha".

La mayoría del club expresa abiertamente su ferviente vocación. El presidente del club, Arturo Sierra, no descarta emigrar a Madrid o Londres si es preciso, lo tiene claro. No obstante, Clara Gobernado, de 4º de Económicas tiene otras aspiraciones. Le atraen la diplomacia y los idiomas. Clara, también de 22 años y la única mujer del club, considera esta actividad útil para conocer la burocracia y una buena prueba de fuego en el aspecto de relaciones personales.