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El líder supremo de Irán ordena revisar la condena a muerte contra Aghajarí

El caso del intelectual provoca violentas protestas en todo el país

Ángeles Espinosa

El líder supremo de Irán, Alí Jamenei, ha ordenado la revisión de la condena a muerte a Hashem Aghajarí, el intelectual al que un tribunal declaró culpable de sedición contra el islam el pasado día 6. Victoria de los estudiantes o astucia política de Jamenei, su decisión intenta sin duda frenar las protestas que desde que se conoció la sentencia se han extendido por los campus de todo el país. Por si no quedara claro, varios cientos de basiyis (voluntarios islamistas) interrumpieron con violencia ayer el acto de apoyo a Aghajarí que celebraban los alumnos de la Universidad Allameh, de Teherán.

La condena a Aghajarí, un profesor universitario que el pasado verano criticó la preeminencia política que se ha arrogado el clero iraní, ha reavivado la crisis política que vive Irán por el enfrentamiento entre reformistas y conservadores. Los manifestantes no sólo han cuestionado la inusual sentencia, sino que han coreado eslóganes contra el líder supremo e incluso han pedido la dimisión del presidente, Mohamed Jatamí, y del jefe del Poder Judicial, el ayatolá Mahmud Hachemí Shahrudí.

Esperanza perdida

"Hemos perdido la esperanza en la reforma del sistema", habían confesado algunos estudiantes que ayer se mostraron dispuestos a desconvocar las movilizaciones, pero no a bajar la guardia. Y es que la enorme ilusión depositada en la elección por aplastante mayoría de Jatamí se ha visto defraudada según avanzaba su mandato sin que se pusiera en práctica su agenda de reformas y modernización. Es cierto que en estos años se han abierto pequeños espacios de libertad: la sociedad civil se ha hecho oír. Pero el precio ha sido enorme.

Los sectores más conservadores han usado su control de los tribunales, las fuerzas de seguridad y los órganos de vigilancia de la pureza revolucionaria para silenciar las críticas, cerrar periódicos y encarcelar a quienes han alzado su voz contra el papel político del clero. La Constitución iraní consagró una doble fuente de legitimidad, divina y popular, de donde derivan una duplicidad de instituciones, designadas unas y elegidas otras, que han terminado por paralizar los cambios políticos a los que aspira la sociedad iraní (un 65% de la cual tiene menos de 30 años).

Consciente del malestar de los iraníes, Jatamí ha presentado al Parlamento dos proyectos de ley para recortar los poderes de la judicatura y el poder de veto del Consejo de Guardianes, un órgano que vigila que las leyes se atengan a la doctrina islámica, pero que también filtra los candidatos a diputados. Su aprobación ha sido automática en una Cámara dominada por los reformistas. Sin embargo, aún no han pasado la prueba de fuego: el visto bueno del mismo Consejo al que quiere limitar.

El veto es casi seguro y fuentes cercanas al presidente han indicado que si tal es el caso, dimitirá. Es lo que piden los estudiantes, muchos de los cuales no creen que sea sincero. Sin embargo, quien ha tomado en serio el pulso de Jatamí a los conservadores ha sido el líder supremo. Su decisión, al pedir que se revise la sentencia a Aghajarí, parece indicar una línea roja a los conservadores después de que la semana pasada lanzara una poco velada advertencia a los reformistas cuando habló de usar "la fuerza del pueblo", un aviso de que también podría movilizar a sus simpatizantes, los guardianes de la revolución (los temidos pasdarán) o los voluntarios basiyis. Llegar a ese punto amenazaría la supervivencia del régimen.

Mientras, el caso ha trascendido las fronteras iraníes. En vísperas de reanudar el llamado "diálogo crítico" con Irán, la UE estudiaba la semana pasada cómo expresar su malestar sin dañar la causa de Jatamí. "Se trataría de hacer una gestión discreta que no entorpezca el diálogo que mantenemos desde la llegada de Jatamí al Gobierno", explicaron a este diario fuentes diplomáticas.

Aunque la UE apoya los esfuerzos reformistas de Jatamí, insiste en que el acuerdo comercial con Teherán que se abordará en diciembre está vinculado al diálogo político, que incluye derechos humanos y lucha contra el terrorismo.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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