Un viaje oportuno
Cuando comienzan a dispararse las especulaciones en torno a la posibilidad de un adelanto de las próximas elecciones andaluzas, para hacerlas coincidir con las catalanas, el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves viaja esta semana a Cataluña. Pronunciará una conferencia en un foro empresarial y participará en actos políticos organizados por el PSC con emigrantes andaluces, un colectivo social que constituye uno de los mayores graneros de voto de los socialistas en esa comunidad. Siempre muy celoso de la autonomía que le otorga el Estatuto para adoptar una decisión de este tipo, Chaves ya se ha encargado de desmentir rotundamente esa posiblidad. Su intención, señala, es agotar la actual legislatura, por lo que no tiene la más mínima intención de concurrir a las elecciones en paralelo con su compañero Pasqual Maragall.
Así que durante su estancia en Cataluña, no tendrá más remedio que insistir en su rechazo a hacerlas coincidir para dejar las cosas claras, tanto a la opinión pública como a aquellos dirigentes de su mismo partido, sobre todo de Despeñaperros para arriba, que puedan albergar esa esperanza. Un extremo éste que comienza a ser manejado por sus contrincantes que han encontrado en este asunto un buen argumento para cuestionar el grado de criterio propio que pueda tener el presidente andaluz, al que acusan de plegarse a otros intereses que no son los estrictamente andaluces. Sin embargo, conociendo la alergia que le producen a Chaves los planteamientos federalistas de Maragall, resulta dífícil imaginar una actuación conjunta de ambos dirigentes socialistas.
Así que no es esa la prioridad política que tienen ante sí, en estos momentos, los socialistas andaluces, empeñados como están en mantener viva la reivindicación de la restitución de los derechos sociales de los trabajadores del campo y, por tanto, la restitución del subsidio agrario. Este jueves se reunirán con sus compañeros del PSOE de Extremadura para analizar la situación. Lo harán en Mérida, encuentro que se repetirá la semana siguiente en Sevilla. No dejan de ser movimientos previos que pretenden, en definitiva, cerrar filas y movilizar a los militantes para la que se espera sea una gran manifestación de protesta prevista para el próximo día 1 de diciembre en la capital andaluza, y que está convocada por UGT y CCOO, sindicatos que siguen esperando que el Gobierno de la nación rectifique su reforma laboral que, a lo que se ve, sólo ha quedado reducida a meter en cintura a los jornaleros de Andalucía y Extremadura.
También la Federación Andaluz de Municipios y Provincia (FAMP) hará lo mismo el viernes, día en el que debatirán la convocatoria de concentraciones de alcaldes frente a las oficinas del Inem. Un movimiento que incrementará aún más el malestar del Partido Popular que ya ha arremetido duramente contra el presidente de esta entidad y alcalde de Granada, el socialista José Moratalla, al que acusa de poner la FAMP al servicio de los intereses del PSOE. Un PP, en fin, que mantiene abierto el frente contra la campaña institucional a favor del PER que ha puesto en marcha el Gobierno andaluz. Hoy entregarán un requerimiento para que abandonen esta iniciativa. Si no lo hacen, presentarán el correspondiente recurso ante el TSJA para que se paralice de inmediato. Un pulso más que, a la larga, contribuye a multiplicar la repercusión de esta polémica iniciativa del Ejecutivo regional.
Tampoco se debe perder de vista lo ocurrido con el buque Prestige y la desgracia que ha ocasionado en la costa gallega con una marea negra dañina. Ahora que vienen los lamentos, es necesario recordar, como lo hacen el alcalde de Algeciras, Patricio González y los ecologistas, con qué libertad operan estos buques -que incumplen en su mayoría las reglas de seguridad marítima-, en la zona de Gibraltar lo que ha ocasionado numerosos incidentes de contaminación en sus playas por vertidos ilegales, sin que hasta ahora se hayan adoptado medidas contundentes de control y castigo. Tal vez sea el momento, pues, de actuar antes de que ocurra una desgracia similar, algo más que probable si se tiene en cuenta la densidad del tráfico marítimo en el Estrecho.
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