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Reportaje:

¿Qué me pasa, doctor Internet?

Pablo Ximénez de Sandoval

La mitad de las páginas web con información médica no cumple unos requisitos mínimos que exigen los profesionales, tales como la identificación de los autores, de las fuentes, o la simple recomendación de que su contenido sea discutido con el médico. Ésta es una de las principales conclusiones del IV Informe de la Sociedad Española de Informática de la Salud, que, bajo el título Luces y sombras de la información médica en Internet, se ha presentado este mes. En él, profesionales y pacientes tratan de dar las recomendaciones necesarias para manejar la montaña de datos, consejos y definiciones médicas que están a sólo un clic en su pantalla.

Empieza a ser habitual que los médicos, cada vez que hacen un diagnóstico, se encuentren en la siguiente consulta con que el paciente llega con un taco de folios impresos desde Internet con opiniones y recomendaciones sobre su nueva dolencia. Médicos y farmacéuticos no tienen nada que objetar a que el usuario busque información por su cuenta, pero advierten contra la tendencia a sustituir al profesional y la relación personal con el paciente. Un fenómeno expuesto en el caso del falso medicamento Bio-Bac. A través de la Red era fácil acceder a su publicidad, tan fácil como comprarlo.

'Ahora el enfermo está más informado y por eso es mejor paciente. Pero tiene que hacer el esfuerzo de asegurarse de la validez de los contenidos'

'Los médicos ven como algo positivo que el paciente tome ese papel activo y llegue a la consulta con su propia información', indica Marcial García Rojo, médico del servicio de Anatomía Patológica del hospital de Ciudad Real y responsable del exhaustivo trabajo de búsqueda de SEIS. Sin embargo, advierte de que 'hay situaciones de peligro real derivadas de la información errónea que se publica'. Hace sólo cinco años, los pacientes carecían de información alternativa a su médico, que era su única fuente de respuestas. Internet soluciona ese problema, pero crea otro: cómo filtrar esa información, ya que no es igual que comprar discos o leer prensa exótica.

Certificado de garantía

La primera cuestión a definir es quién valida los contenidos de una página web, y en relación a qué criterios. 'Existen unos 16 organismos diferentes que certifican webs médicas', indica García Rojo. Algunas de las más reconocidas serían la Asociación de Médicos Americanos (AMA), el Colegio de Médicos de Barcelona o la Fundación Salud en la Red (HON, Health On the Net, en sus siglas en inglés). Esta última, avalada por la ONU, creó en 1996 el HONCode, un código de calidad basado en ocho criterios: información ofrecida por un profesional, transparencia en las firmas y en los patrocinadores, acreditación de las fuentes, confidencialidad del e-mail, claridad respecto a su financiación y actualización. Además debe decir claramente que no es un sustituto del médico.

Erik Montesinos, médico del hospital de Valencia y asesor de HON, insiste en este punto: 'Cuando algo es muy específico, HON recomienda que los pacientes se pongan en contacto con su médico. La información de Internet debe complementar y nunca sustituir la visita médica. Ahora el paciente está más informado, y por eso es mejor paciente. Es un paso adelante que la gente tienda a informarse más. Pero tiene que hacer el esfuerzo de asegurarse de la validez de ese contenido, por ejemplo enviando un e-mail a HON. El médico, como promotor de la salud, debe recomendar a sus pacientes que tengan cuidado'.

La sustitución completa de la atención médica se produce cuando el paciente decide tomar un fármaco por su cuenta. A través de Internet, el riesgo del timo se suma al de la automedicación. 'Son pocos los que compran medicamentos por Internet. Por ejemplo, la página donde se vendía el Bio-Bac nunca estuvo reconocida por el HONCode. El paciente se agarra a un clavo ardiendo en situaciones de desesperación, y juegan con eso. Una recomendación podría ser que no debemos fiarnos de nada que afirme no tener efectos secundarios. Todos los fármacos los tienen. El usuario debe ser crítico con la información que obtiene'.

El informe de la SEIS advierte también contra lo que llama cibercuranderos. Iñaki Lorente, psicólogo de la Asociación de Diabéticos de Navarra y responsable de retratar el punto de vista de los usuarios en el informe, recuerda casos de pacientes que llegaron a viajar a México engañados a través de Internet bajo la promesa de una curación milagrosa de su diabetes.

Como usuario, Lorente recomienda en el informe recurrir a webs oficiales; fiarse de aquellas fiscalizadas por expertos; cotejar siempre con otras fuentes, y, sobre todo, discutir siempre la información con el equipo sanitario. Los riesgos de aceptar Internet como médico están en 'disminuir la frecuencia de la asistencia presencial, cuestionar la profesionalidad del trabajo del médico y aceptar información falsa que afecta a nuestra salud', concluye Lorente. Por supuesto, 'no se deben hacer nunca cambios en el tratamiento sin consultarlo con el equipo sanitario'.

Falsificación y caducidad

La secretaria general del Consejo de Colegios de Farmacéuticos, Carmen Peña, reconoce que 'sólo hay que abrir Internet para detectar páginas que ofrecen medicinas. La venta de cualquier fármaco a través de Internet es ilegal'. Peña considera que esta práctica es 'claramente para saltarse el control médico que ejercen las farmacias. Hemos detectado productos falsificados y caducados. El 99% de los españoles tiene una farmacia en la esquina de su casa, así que no es por comodidad. Las medicinas son productos que pueden salvar igual que pueden matar, y la norma está hecha para proteger al consumidor'.

Pero la legislación norteamericana, por ejemplo, permite esta práctica. De nuevo Internet permite burlar la ley con sólo hacer clic en el lugar adecuado. Junto con Viagra, la conocida pastilla de Pfizer para la disfunción eréctil, uno de los medicamentos más ofrecidos a través de Internet es Xenical, uno de los más famosos contra la obesidad. Ana Crespo, portavoz de laboratorios Roche en España, aclara que 'Xenical sólo puede obtenerse por prescripción y en farmacias físicas'. 'Esto nos perjudica muchísimo a la imagen', continúa Crespo. 'Nosotros no podemos garantizar que el Xenical que se vende fuera de la farmacia haya salido siquiera de nuestra fábrica. Nos interesa que la gente tome el producto de forma correcta, porque, si no, la información es negativa. Nos da imagen de producto milagro'.

Por último, aparte de valorar la información profesional de la Red, el informe de la SEIS también reconoce el efecto positivo que tienen las páginas de los propios pacientes.

Por ejemplo, la página de Fefoc (Fundación para la Educación Pública y la Formación en Cáncer), es un lugar de referencia sobre el cáncer dirigido a pacientes. Su responsable, Jorge Estapé, catedrático de Oncología, señala que su objetivo es 'educar e informar a la gente. Ayudamos a prevenir y damos soporte al paciente con cáncer. La página tiene 30.000 visitas al mes, el 85% de las consultas son sobre cáncer de mama'. El efecto más buscado es 'psicológico, pues se comparte el problema y la angustia con otros y se comparan experiencias'. Estapé insiste en que 'hay que educar a la gente sobre cuáles páginas valen y cuáles no. En las webs de universidades o de hospitales la información puede ser buena o mala, pero no engañan'. Y, una vez más, 'si se prescinde del médico, estamos perdidos'.

Técnicos de Pfizer, empaquetando pastillas de Viagra, uno de los medicamentos más populares en Internet.
Técnicos de Pfizer, empaquetando pastillas de Viagra, uno de los medicamentos más populares en Internet.AP

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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