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LA CRÓNICA
Columna
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Con el agua al cuello

Sin la menor concesión, y hasta con impiedad, el PP valenciano le está haciendo pagar caro al PSPV-PSOE su oposición, objeciones o renuencia al Plan Hidrológico Nacional. Ha convertido al colectivo socialista en el malo de la película, el enemigo del futuro bienestar del país y, especialmente, de sus comarcas centrales y del sur, anhelantes de los recursos hídricos que Joan Ignasi Pla y sus gentes les boicotean, o tal parece. Es una acusación sin matices, groseramente electoral, pero eficaz ante la opinión pública. "Digan sí o no aquí y ahora a los trasvases, blanco o negro, patriotas o desleales", tal ha sido el corolario que los populares han propiciado en el debate parlamentario sobre el PHN desarrollado esta semana en las Cortes.

El largo dedo acusador apuntaba asimismo y simultáneamente a otros colectivos opuestos a la solución hidráulica que postula el Gobierno, como Esquerra Unida, Esquerra Verda y los ecologistas. El portavoz del PP, Alejandro Font de Mora, no ha obviado a ninguno. Pero el adversario directo a batir o apuntillar era el PSPV, enredado en sus propias contradicciones, vulnerable por sus antecedentes en punto a los travases que otrora amparó y, para acabarlo de arreglar, desarmado del necesario poder mediático para airear y defender sus propuestas, de por sí confusas en este clima de exaltación y demagogia acuática. Para acabarlo de arreglar y a modo de fin de fiesta de este revolcón parlamentario, el presidente José María Aznar, con su nutrido mariachi, se deja caer por estas tierras y pone la primera piedra de una vasta obra que sólo Dios sabe cuándo y cómo se rematará, pero que virtualmente es un venero de abundancia y prosperidad a la vuelta de la esquina.

Podrá argüirse que los socialistas valencianos, a trancas y barrancas, han sido coherentes con sus propuestas, tan ingratas para ellos en plena batalla por los votos. Que por mor de esa coherencia han de padecer deserciones de alcaldes y militantes que resultarían políticamente desahuciados en sus respectivos municipios si osasen cuestionar el maná hídrico que se promete. Y que incluso han de simular que, salvo unas pocas excepciones, el partido es una piña que comparte una misma actitud ante el PHN, cuando en realidad cunde la perplejidad y son muchos los que se preguntan quién y por qué les ha metido en esta ratonera en la que, literalmente, el agua les llega al cuello.

La verdad es que el PSPV es digno de conmiseración porque está inmerso en un embrollo que bien le hubiera deseado a su enemigo. Su plan hidrológico era el de José Borrell, de l993, que enlazaba con los intentos seculares de resolver el desequilibrio hídrico de España, desde Joaquin Costa, Lorenzo de Pardo, Félix de los Rios, Conde de Guadalhorce y el mismo Indalecio Prieto, entre otros. Una solución a los déficit regionales de agua y una forma de vertebrar el Estado. Lo suyo, vaya. Pero el PP le ha arrebatado esa bandera e incluso la ha enmendado a la baja, reduciendo a menos de la mitad el caudal a detraer del Ebro. Los 2.410 hectómetros cúbicos del anteproyecto socialista se han menguado a 1.050 al año en el PHN que se cuestiona. En fin, que el PSPV ha de hacer tripas corazón para impugnar una iniciativa ajena que le hubiera gustado apadrinar, y esa falta de convicción se trasluce en la ambigüedad de su discurso.

Pero algo y pronto tendrán que hacer los socialistas para sacudirse el estigma de antivalencianos que fomenta el PP y que previsiblemente explotará sin límite ni pausa hasta los comicios. Abstenerse o ignorar la manifestación contra el trasvase del próximo día 24 no parece que atenúe esa imagen que se les endosa. A estas alturas del debate, más pertinente se nos antoja que asuman las tesis del ecologismo andante y que defiendan, antes que los derechos al agua -que nunca han cuestionado- las obligaciones para con el agua, cuyo olvido e incumplimiento nos ha costado la muerte del Segura y la muy probable del Júcar. Que exijan con más contundencia y mejores altavoces la clarificación del impacto ambiental, la relación de beneficiarios, el precio y los plazos de ejecución de ese faraónico proyecto preludio de una California europea que puede acabar como el cuento de la lechera. ¡Agua va!

'OVERBOOKING'

La Generalitat valenciana padece un fenómeno de saturación en su más alta magistratura. Cuando gobernaba Eduardo Zaplana ya se percibía algo parecido debido a la ubicuidad del entonces presidente, capaz de personarse casi simultáneamente en distintos escenarios de la comunidad y del mundo entero. ¿Es uno o trino?, nos preguntábamos. Ahora nada ha cambiado, pues el mentado no se ha ido, pero se confirma la premonición, pues en cada espacio y comparecencia concurren tres tenores: el que fue, el que es -José Luis Olivas- y el que se prefigura, Francisco Camps. Y se pisan uno a otro. Demasiados.

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