Política cultural y campaña electoral
Hace siete años que se abrió el debate acerca de la política cultural del gobierno valenciano, es decir, de la Generalitat Valenciana durante el mandato del Partido Popular.
Comenzó con la Bienal, luego la Música, el Teatro y todo proyecto aprobado por el voto valenciano de las elecciones de 1999 que se convierta en realidad, es decir, que se cumpla. Cuando la gestión depende directamente de la Generalitat, se convierte en un combate de lucha libre a ver quién derriba al otro y sálvense quien pueda.
La campaña que está ahora en pleno apogeo es el Museo del XIX y la reconstrucción del Patio del Embajador Vich. Sobre estos temas se está generando una polémica cuando más claros, mas legales y más buenos no pueden ser. Se comenzó cuestionando su legalidad, y en el artículo 38 de la Ley de Patrimonio, en sus apartados a y b queda bien claro que se ajusta el proyecto, luego se tergiversó el concepto de bien de interés cultural, equivocando al lector pues el antiguo Convento del Carmen nunca lo perderá y ganaremos uno nuevo, el del Patio del Embajador Vich en sí. Además, ¿qué necesidad tiene la Generalidad Valenciana de mover ninguna piedra si no es para beneficio de nuestra Comunidad y con todas las legalidades cumplidas? Y la cuestión en ciernes ¿qué necesidad tiene la oposición política de ir en contra de la creación de un nuevo museo y la reconstrucción del patio renacentista del Embajador Vich?
Pues a la vista están las respuestas a ambas cuestiones. La oposición no sabe donde agarrarse para arañar cuanto pueda el beneficio de nuestra cultura sin poner ningún tipo de proyecto sustituvo sobre la mesa y al Partido Popular le sobran legalidades para ejecutar el vasto campo programático de su política. ¡Y cómo duele la herida!
Juzguen ustedes, la opinión pública, si es campaña electoral o compromiso cultural lo que aparece en la prensa diaria. Juzguen ustedes a quien se perjudica con los ataques al cumplimiento de los compromisos programáticos del programa cultural del Partido Popular. Pues está bien claro, a nuestra Comunidad, ciudad y ciudadanos.
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