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El socorrido método alemán

El Gobierno catalán le ha pillado el gusto al método alemán. Un sistema de pago que antes, en los años cincuenta, se llamaba a plazos y lo usaban, sobre todo, los pobres. Pero tiene una ventaja: la España del subdesarrollo firmaba letras que podían ser contadas como deuda. El Gobierno catalán no firma nada. La deuda no consta; es diferida como la de los créditos para subvenciones en los que figura como titular el ayuntamiento que lo recibe.

El método alemán se utiliza para grandes obras. Se licitan aunque no se pagará ni un céntimo hasta que el contratista entregue el trabajo terminado. El constructor cuenta el coste de los intereses de demora, que cargará al precio de la obra. El Gobierno paga más, pero más tarde.

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La primera versión era el pago aplazado hasta la entrega del encargo. En estos momentos, el pago ya no se hace a la entrega de la obra, sino que se dilata otro periodo que, eso sí, no puede superar los 10 años.

Un ejemplo: la línea 9 del metro. Ha empezado un tramo que no estará listo antes de finales de 2004, por tanto no hay que pagar nada hasta esa fecha. En el presupuesto de 2003 sólo figura una pequeña partida que corresponde a los gastos del proyecto. El grueso de la obra no habrá que pagarla hasta la entrega. En concreto, hasta que funcione el primer tramo de metro entre Badalona, Santa Coloma y Sagrera en 2004.

A partir de esa fecha, el Gobierno catalán (nuevo, porque antes hay elecciones) puede aplazar el pago otros 10 años.

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