El sentido de la vida
Criado en la ciudad, con todas las ventajas y la tecnología que puede proporcionar un país desarrollado, el niño Sang Woo ve de pronto que toda su vida cambia de raíz cuando su madre, agobiada por problemas económicos, decide dejarlo por un periodo indeterminado con su abuela, una campesina muda, artrítica y pobre, que vive, además, en un poblado de montaña, alejado de todo lo que el niño conoce. Lo que debe ser una solución transitoria se convierte, para el crío, en un auténtico calvario: no tiene Kentucky Fried Chicken, ni tebeos, y en cuanto se le acaban las pilas de sus juguetes tecnológicamente avanzados se quedará sin qué hacer con su tiempo libre... es decir, con su tiempo, a secas.
SANG WOO Y SU ABUELA
Directora: Lee Jung-Hyang. Intérpretes: Kim Ul-Boon, Yoo Seung-Ho, Min Kyung-Hoon, Yim Eun-Kyung, Dong Hyo-Hee. Género: comedia dramática, Corea del Sur, 2001. Duración: 87 minutos.
Segunda realización de una directora surcoreana para nosotros desconocida, Lee Jung-Hyang, Sang Woo y su abuela es una amable, bienintencionada fábula sobre la educación y el aprendizaje de los sentimientos. Ecologista sin subrayados innecesarios (al fin y al cabo, viene a plantear que un entendimiento con el entorno natural es la forma más razonable de vivir), la película constituye una apuesta arriesgada, toda vez que se juega toda su credibilidad en un enfrentamiento actoral entre una vieja muda y un niño malcriado, con muy pocos elementos añadidos que ayuden a sobrellevar el peso de esa relación.
Y sin embargo, el guión, que firma también la propia directora, mantiene todo el interés justamente porque sabe dosificar las fases de la tensa, a veces brutal, relación que Sang Woo establece con su abuela, un ser cálido, analfabeto pero de una resistencia y una callada tozudez encomiables. Como un flexible junco, la anciana parece quebrarse, pero vuelve a levantarse una y otra vez; parece no tener prisa en obtener el cariño de su arisco nieto. Y con sus actitudes, y sin palabras, va poniendo ante los ojos del niño los ejemplos necesarios para hacerle entender que tal vez la vida no sea como él parece concebirla.
Con un ritmo pausado, ninguna concesión a lo gratuito (es ésta una película ascéticamente pulcra, narrativamente despojada) y una fe ciega en los valores que la película transmite, Jung-Hyang borda un discurso sencillo pero no simple, hondamente humano y ejemplarizante. Por una vez, una película con niño se convierte, casi como si de un milagro se tratase, en una propuesta inteligente, pedagógicamente clara y agradablemente sorprendente... ciertamente, una mosca blanca en la marea de títulos navideños que se nos aproxima.
Babelia
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