Las nuevas reglas de la investigación científica y tecnológica en Europa
Expectación ante el VI Programa Marco, que arrancará el próximo 1 de enero
Por lo menos ya no somos los malos de la película, era el comentario ayer en Bruselas de un científico español que lleva ya varias ediciones de los programas marco de investigación europeos. Hace cuatro años, en la ciudad alemana de Essen, al presentar el anterior, el mensaje fue bastante distinto al que se ha dado estos días. Entonces el enfoque fue la resolución de problemas, desde el sida a la contaminación o incluso el más importante en Europa, la deficiente transferencia de resultados a la industria. Parecía que los científicos, encerrados en su torre de marfil, no se preocupaban por las necesidades de la sociedad y había que obligarles dándoles dinero solamente para proyectos que tuvieran una aplicación casi inmediata.
Los intentos de concentración son vistos como un peligro por muchos países
Aunque tampoco luego el V Programa Marco se ciñó estrictamente a este enfoque utilitario de la actividad científica, el que le sucederá a partir del próximo 1 de enero, se basa más en aprovechar este arma de financiación para conseguir una mayor integración y concentración de la actividad científica europea, y avanzar hacia lo que la Comisión Europea ha denominado el Espacio Europeo de Investigación, que en realidad es conseguir que en ciencia la Unión Europea funcione como un solo país y así pueda medirse de verdad con Estados Unidos y Japón.
Si en vez de que cada equipo en cada país haga su pequeño proyecto, se impulsan grandes proyectos (con una alta financiación) y el trabajo en red de las mejores instituciones europeas, la esperanza es que se aproveche mejor la gran capacidad científica, se avance hacia una verdadera estructura europea y esto se traduzca en aplicaciones útiles para la sociedad y una mayor competitividad económica. Un enfoque de riesgo y polémico porque puede dejar con poca participación no sólo a los más pequeños científicamente (un riesgo cierto para España como país, que nunca ha recuperado su inversión en los sucesivos programas), sino también a muchos otros equipos porque se concentran las ayudas, como comenta Octavi Quintana, director de Ciencias de la Vida-Salud en la Comisión Europea, la segunda área en importancia entre las siete prioritarias del nuevo programa marco detrás de la de tecnologías para la sociedad de la información. Quintana cree que, además, está el reto de establecer formas para poder financiar ideas brillantes 'aisladas' que no formen parte de los tradicionales proyectos de varios años de duración y también el de conseguir que las pequeñas y medianas empresas (pymes) se vuelquen en la investigación. El lunes, Carmen Vela, presidenta de la empresa española Ingenasa, comentó que las nuevas reglas resultan difíciles en principio para las pymes.
Los intentos de concentración son vistos como un peligro por muchos países y de hecho los Gobiernos de la UE limitaron el alcance de las propuestas iniciales del comisario de investigación Philippe Busquin para este programa marco.
Pero Hans-Olaf Henkel, presidente de la asociación Leibniz, que reúne a 80 instituciones científicas alemanas, con 12.000 empleados, aseguró en Bruselas que ha llegado el momento de dejar de considerar la investigación científica como un factor de prestigio nacional ya que 'los competidores están fuera', aunque también criticó la excesiva prisa de Busquin por cambiar las reglas del juego en la financiación de la I+D en Europa. Este ex ejecutivo de una empresa multinacional, se mostró escéptico ante el objetivo político de la UE, expresado este año en Barcelona, de llegar a invertir el 3% del PIB en investigación y desarrollo en 2010 (sumando el sector público y el privado) ya que, en su opinión, no se puede aumentar esta partida sin disminuir otras, como las dedicadas a la agricultura y a la seguridad social, cuya reforma muchos gobiernos se niegan a iniciar.
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