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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pluralismo informativo

A la mayoría de la gente le parece que en España hay la posibilidad de elegir entre una gama plural de ofertas informativas, especialmente en la radio. Y si ese pluralismo corre algún riesgo, el peligro procede del Gobierno. Por eso es en los medios de titularidad pública donde los españoles echan en falta esa pluralidad informativa. Así lo constata le encuesta de Opina que publicamos hoy. Podría pensarse que es una evidencia que no necesita ser confirmada con encuestas, a la vista del panorama de periódicos, revistas, televisiones públicas y privadas y emisoras de radio de las más diversas empresas propietarias (y tendencias informativas) que se reparten las preferencias del público. Sin embargo, periódicamente, y últimamente sobre todo en relación a una sentencia judicial sobre la concentración entre la cadena SER y Antena 3, aprobada en 1994 por el Consejo de Ministros, aparecen sorprendentes acusadores que denuncian una ausencia de pluralidad que sólo ellos ven.

El aumento de medios audiovisuales que se ha producido desde aquel año hace aún más infundadas esas denuncias. Hay cerca de una veintena de nuevas frecuencias nacionales de radio digital y se han concedido 350 nuevas licencias de radios en FM. Es lógico que la gente no tema por la falta de pluralismo. Pero es que, además, en una sola emisora puede haber más pluralismo, por la elección de sus comentaristas, por ejemplo, que en muchas de ellas cortadas por el mismo patrón ideológico, y casi siempre desde el gubernamentalismo más escandaloso.

La encuesta de Opina confirma que la mayoría (el 84%) escucha la emisora que le apetece, y sólo el 6% dice que no puede elegir; y que se encuentra satisfecho con el pluralismo resultante de la oferta existente en radio y prensa, y no tanto de la existente en televisión. La Constitución ampara la libertad de expresión, y dentro de ella, el de utilizarla para manifestar ideas paranoicas, e incluso a culpar a los otros de los propios fracasos en la lucha por la audiencia. Pero una mentira es siempre una mentira, aunque quede amparada por la libertad de expresión. Y en España nadie puede afirmar sin ruborizarse que no hay una oferta plural en los medios de comunicación.

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