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Reportaje:

La larga sombra de Diana

Guerra entre los tabloides británicos por las confesiones del mayordomo

La sombra de Diana es más alargada que nunca. Cinco años después de su trágica muerte, cuando su recuerdo empezaba a borrarse de la memoria colectiva de los británicos, el súbito final del proceso a su antiguo mayordomo, Paul Burrell, le ha devuelto a la princesa del pueblo su extraordinaria capacidad de desestabilizar a la familia Windsor. Incluso desde la tumba.

Mientras el primer ministro apagaba el fuego de una crisis institucional al respaldar plenamente a la reina el pasado lunes, las teorías conspirativas se siguen abriendo paso en las jugosas páginas que la prensa dedica día tras día a desentrañar los entresijos del caso del mayordomo.

La guerra entre los tabloides no tiene más límites que los que tiene que imponer la justicia para que la sangre no llegue al río. Ayer mismo, mientras un juez impedía que el Sun publicara los detalles revelados por Burrell a la policía sobre la vida íntima de Diana de Gales, el Mirror empezaba a publicar en exclusiva el relato del mayordomo sobre algunos pormenores del caso y el Daily Mail desvelaba con técnicas subliminales la existencia de un lobby rosa entre el personal del príncipe Carlos que estaría en el origen de todo el embrollo.

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Porque una de las primeras cosas que no están claras en este caso es cómo empezó todo. La tesis más atrevida asegura que el proceso contra Burrell fue instigado en realidad por los Windsor para recuperar unos documentos comprometedores sobre las relaciones entre Diana y la familia real. Los defensores de esta tesis sostienen que Burrell actuó de mala fe al llevarse multitud de objetos y documentos de la residencia de Diana. Y que la intervención de la reina parando el proceso estaba perfectamente planeada de antemano.

Entre los objetivos de la búsqueda emprendida por la policía en casa del mayordomo citados por la prensa figura una cinta de audio en la que un empleado de Diana explica a la princesa cómo fue violado por un superior, miembro del servicio del príncipe Carlos. El Daily Mail dedicaba ayer una página a explicar los detalles de ese turbio incidente, que habría sido tapado por Carlos porque el acusado era uno de sus más fieles y queridos servidores.

En la página inmediata, perfectamente encarada con el escabroso relato, el diario publica un inocente reportaje sobre Michael Fawcet, el más devoto criado del príncipe de Gales, el único al que Carlos consideraba imprescindible, que acabó dejando de estar al servicio del príncipe de Gales en 1998.

El Sun, líder de los tabloides británicos, se ha quedado un poco fuera de juego al no poder publicar por orden judicial la declaración policial del mayordomo Burrell, en la que en teoría revela algunas confidencias sobre la vida íntima de Diana. Los 39 folios de declaración han sido misteriosamente robados y han acabado, qué casualidad, en la redacción del tabloide. A la espera de poder darle la vuelta a la prohibición, el Sun publicaba ayer que Diana quiso despedir a su fiel mayordomo porque sospechaba que había estado leyendo sus cartas privadas.

Pero el gran triunfador de ayer fue el Mirror, que empezó a serializar las declaraciones del mayordomo sobre todo el asunto. Paul Burrell ha preferido vender la exclusiva al más moderado de los tabloides por el equivalente a casi 470.000 euros, rechazando ofertas muy superiores de otros diarios.

En esta primera entrega el mayordomo cuenta algunos detalles de su famosa entrevista con la reina al poco de morir Diana, en la que le habría explicado que guardaba algunos documentos de la princesa en su casa para protegerlos. Burrell, que se pinta a sí mismo más como un alto consejero real que como un sirviente, se deshace en elogios hacia la reinaa y asegura que Isabel II le reveló que había hecho todo lo posible para reconciliarse con Diana. El mayordomo, al que los próximos a la familia real tratan estos días como un traidor, intenta convertir en humana y próxima la fría imagen que siempre ha destilado la soberana.

Y asegura que la reina le advirtió que se guardara las espaldas. 'Hay poderes actuando en este país de los que apenas sabemos nada. Ten cuidado, Paul, nadie ha estado tan próximo como tú a un miembro de mi familia', dice el mayordomo que dijo la reina.

Paul Burrell, en el centro, al abandonar el pasado día 1 el juzgado donde se desestimaron los cargos contra él.
Paul Burrell, en el centro, al abandonar el pasado día 1 el juzgado donde se desestimaron los cargos contra él.AP

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