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VISTO / OÍDO
Columna
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La república como humanismo

He leído en El Mundo que un aristócrata, el hijo del marqués de Atarfe, ha fundado el Partido Republicano del Siglo XXI. Hay viejos y solventes partidos republicanos. Y aspirantes fantásticos como García Trevijano, el que hizo la Constitución de Guinea con la que mata y roba Obiang. También se habla del príncipe de Asturias. Le prefiero: antes un Borbón que un Trevijano. Podría hacer su vida sexual libremente, y sería un presidente satisfecho. Los reprimidos, como Franco, reprimen: es su idea de igualdad. Los cronistas del corazón, más bien del sexo si nos dejamos de metáforas, dicen que vivirá con su chica modelo sin casarse: como todo el mundo. A mí los partidos republicanos me son simpáticos, pero indiferentes. Tengo la memoria de la II República muy viva, incluso aumentada como pasa con los recuerdos gratos y las vidas perdidas, pero no creo que sea cuestión de partidos, sino de estados de ánimo, de una filosofía. La republicana la escribieron docenas de filósofos, sobre todo en Francia, en Estados Unidos, algunos en Inglaterra. Empezó por el librepensamiento: es decir, por la rotura de los viejos dogmas obligatorios, por los poderes que hacían creer que venían de Dios -reyes o clérigos- y por el mismo Dios, como idea descabellada contra la Razón (mayúscula), y, claro, de la abolición de fronteras, y la consecución de la fraternidad (dejaos de acusar estas cosas de utopías: la palabra utopía es en sí una negación de voluntad de que ocurra lo que otros desean). Lo sabemos todos.

Creo que se sabe también que la democracia y la república no son una misma cosa. Hay más repúblicas que democracias auténticas, y a veces hay monarquías más republicanas que otras con sus presidentes guerreros y afascistados. Una democracia monárquica, como algunas de Europa, terminan por hacer creer en que la dinastía, la transmisión hereditaria, es verdadera; por lo tanto, vale para los que vienen de otros poderes. (Ah, lo del príncipe: me dijo Carrillo que él votaría a Felipe para presidente de la república a condición de que los siguientes fueran por votación popular. Felipe 'for president' con la modelo sueca, noruega o lo que sea. Es una idea. O una utopía).

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