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Impresiones de otoño

Una ruta circular permite disfrutar de las vistas pictóricas que ofrece el mayor abedular de la región madrileña

Miedo nos da hablar del puerto de Canencia porque son tantísimos los que lo conocen -sólo hay que ver los autocares que copan su aparcamiento sábado sí y domingo también-, que pueden acusarnos de inventar la pólvora. Desde luego, no es un descubrimiento la belleza sin par de su abedular -sobre todo en otoño, cuando los árboles se visten de vivo amarillo-, pues dispone de una senda didáctica casi tan concurrida como el propio puerto, no mal señalizada y muy bien descrita en unos folletos que se entregan en la casa del Hornillo y que suelen agotarse antes de media mañana, tal es la popularidad de este paraje.

Pero precisamente por eso, por ser lugar tan frecuentado y aparentemente tan sin misterio, nos pica el deseo de revelar nuevos caminos que satisfagan a los excursionistas menos contentadizos. La ruta circular que hoy proponemos ofrece largas horas de disfrute —unas cuatro, frente a la hora pelada de la senda didáctica—, un panorama completo del puerto y su entorno —no se limita, como la otra, al meollo del abedular— y unas posibilidades de tropezarse con la carga humana de los autocares —"la gente que viaja como la mesta aunque con menos paz", que decía Cela— prácticamente nulas. Más no se le puede pedir a un paseo otoñal.

Iniciamos la andadura en el kilómetro 12 de la carretera de Miraflores a Canencia, cuatro más adelante del puerto, y lo hacemos siguiendo una pista forestal que asciende con pendiente constante por el pinar hasta alcanzar, en poco más de media hora, una nítida encrucijada en la que doblamos a la izquierda. Pronto el camino se allana y, a través de la fronda inmediata, empezamos a avistar las masas que forman en la umbría del puerto los abedules, los robles y los sauces, con colores que van del limón al cobrizo, sobre el fondo siempre verde del pinar.

Es un cuadro impresionante e impresionista, que, por lo que respecta a Madrid, sólo puede admirarse aquí y en la dehesa de Somosierra, moradas postreras de los abedulares que colonizaron el Sistema Central en los días mucho más fríos y húmedos de la última glaciación.

En la primera revuelta que describe la pista, a una hora larga del inicio, la abandonamos para acercarnos al arroyo del Sestil del Maíllo, cruzarlo por una pasadera de piedra y continuar el ascenso por la orilla misma, evitando así la multitudinaria senda didáctica que zigzaguea a un poco más de altura. Los frutitos rojos de los tejos y acebos añaden aquí nuevos puntos de color al lienzo otoñal del abedular, pinceladas casi tan vibrantes como las hojas que caen rendidas a los pies de la chorrera de Mojonavalle, donde el arroyo se descuelga un centenar de metros por cascadas y toboganes.

Desde el mirador instalado para mejor ver la chorrera, no queda más remedio que continuar por la senda didáctica, pero es un breve trecho, de alrededor de 500 metros, y enseguida nos plantamos en la casa del Hornillo, donde se cumplen dos horas de camino. Aquí seguimos una nueva pista forestal a mano izquierda hasta el puerto y, cruzando la carretera y los aparcamientos, otra que nos lleva a Collado Cerrado, una de las praderas más hermosas de la sierra de Guadarrama, de un kilómetro de anchura, donde la vista se explaya sin estorbo hasta perderse, soñadora, en el azul del cielo.

Nada más dejar atrás esta pradera, y a unas tres horas ya del inicio, la pista presenta dos bifurcaciones seguidas, y en las dos tiramos a la izquierda para descender suavemente por un pinar desde cuyos calveros se ofrecen las más bellas vistas de la jornada, pues nos hallamos frente al fulgurante abedular. Poco más adelante, en la ladera contraria del valle, se distingue la casa forestal del Vadillo y, cien metros después, un último desvío a la izquierda lleva en zigzag al arroyo del Sestil del Maíllo. Tras vadearlo, salimos de nuevo al kilómetro 12 de la carretera.

También en bici de montaña

Dónde. El puerto de Canencia dista 58 kilómetros de Madrid yendo por la autovía de Colmenar (M-607) y tomando los desvíos hacia Soto del Real (M-609) y Miraflores de la Sierra (M-611). Desde Miraflores hay que seguir en dirección a Canencia por la M-629 y, una vez pasado el puerto, buscar la señal del kilómetro 12. Justo allí nace la pista forestal por la que hay que echarse a andar.

Cuándo. Otoño es la estación en que el abedular luce sus mejores galas, si bien cualquier época es adecuada para acometer este itinerario circular de 12 kilómetros y cuatro horas de duración, con un desnivel acumulado de 340 metros y una dificultad media-baja.

Quién.Domingo Pliego es el autor de la guía Excursiones por Canencia y Garganta de los Montes (Ediciones La Librería), en la que se describen diversas variantes de este recorrido, algunas de ellas especialmente concebidas para hacerse en bicicleta de montaña.

Y qué más.Cartografía: mapa Sierra Norte, a escala 1:50.000, de La Tienda Verde (Maudes, 23 y 38; teléfono 91 534 32 57); en su defecto, puede utilizarse la hoja 19-19 (Buitrago del Lozoya) del Servicio Geográfico del Ejército o la equivalente (484) del Instituto Geográfico Nacional, aunque en éstas no figuran todos los caminos.

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