Cambio horario
Resulta de una clara hipocresía para una Europa que ha asumido en todos los sentidos las desgracias de la economía ultraliberal que haya que soportar dos veces al año un cambio horario con la excusa de que se ahorran 66 millones de euros en un país como España a causa de un menor consumo energético. Digo ridícula en comparación a otros dineros que se malgastan, como puede ser el destinado a armamento, el que la Administración paga por usar programas de ordenador de una conocida multinacional del software en lugar de utilizar los de código libre, el de los gastos de representación de los políticos, en subvencionar proyectos, cursos o empresas que luego resultan ser un fraude o el que se emplea para construir infraestructuras con dinero público para que luego beneficie a sectores privados como el de la construcción o el de la distribución, sólo por citar simples ejemplos de la irracionalidad a la que ha llegado nuestro sistema.
En estas democracias liberales, da lo mismo que gobierne la derecha o los socialdemócratas, el dinero se ahorra sobre la base de perjudicar a los ciudadanos. Se recortan los gastos de la sanidad, de la enseñanza -es claro el caso del drástico descenso de las becas este año- o de los gastos sociales.
Mientras se congelan prácticamente todos los salarios, menos los de determinados políticos o los de los directivos de las grandes multinacionales, y se bajan los impuestos sobre la renta aunque en realidad haya un aumento de la presión fiscal real porque se han subido los indirectos dedicados al consumo y que afectan a las capas de renta más baja de la sociedad.
El cambio de horario de verano en un mundo como el nuestro no tiene el más mínimo sentido. La mayor parte de la población mundial vive con menos de un euro diario y la mayoría de las personas del planeta no tienen acceso a la energía, a agua corriente o a las telecomunicaciones.
No ahorramos realmente por ayudar a los países en subdesarrollo, cuya gente vive en la miseria precisamente por la opulencia que nos venden en Occidente como modelo de vida válido.
Resulta un golpe más del cinismo de lo ilógico del sistema que se siga haciendo una práctica que en el contexto de los años setenta tenía sentido, pero que hoy en día muchos expertos ponen en duda. Habrá que seguir viviendo dos veces al año los problemas derivados de la adaptación que el cambio brusco de una hora produce en el organismo humano.
Ésta es una manera más de recordarnos por las mañanas, cuando nos despertamos confundidos con qué hora puede ser, que los poderes fácticos no sólo tienen control sobre nuestro dinero, sino también sobre nuestros cuerpos y mentes.
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