Una mujer difunde las agresiones de su ex marido para evitar 'una muerte segura'
Bárbara Ramos García, de 44 años, madre de siete hijos entre 28 y 12 años de edad, cree que la difusión pública de su caso puede evitar lo que considera 'una muerte segura'. Su marido salió de prisión el pasado mes de agosto, tras cumplir una condena por abusos deshonestos a uno de los pequeños. Desde entonces, a tenor de la sentencia de separación matrimonial y a pesar de las medidas de alejamiento solicitadas por su ex mujer, el hombre vive en el piso propiedad de la familia situado encima de la vivienda de ella y sus hijos.
Bárbara Ramos asegura que desde el piso de arriba su ex marido profiere continuas amenazas de muerte contra ella y sabotea la rutina diaria de su familia al cortarles la luz, el agua o la señal de televisión. 'Ya va diciendo por ahí públicamente que me va a matar. Tiene un bloque de cemento en la ventana preparado para tirármelo y hace poco quemó un coche bloqueando la puerta de mi casa con los niños dentro mientras yo estaba en el trabajo', relata la mujer. La concejal del área de la Mujer en Santa Lucía, Juana María Alvarado, declaró ayer a la cadena SER que no entendía por qué los jueces no habían decretado 'las medidas de alejamiento evidentemente necesarias en este caso'.
Bárbara se casó a los 16 años con F. O., obrero de la construcción. Vivían en Vecindario (municipio de Santa Lucía, en el sur de la isla de Gran Canaria). Llegaron los cuatro primeros hijos. En 1986 obtuvo unas medidas provisionalísimas de separación, 'que no se ejecutan', dice. En estos años, asegura, presentó 'más de cien denuncias' ante la Guardia Civil o los juzgados de guardia del sur de la isla por 'palizas, golpes e insultos' del marido a ella y a los niños.
La mujer afirma que, pese a estar separados, tuvo que seguir conviviendo con su marido bajo el mismo techo o durmiendo en la misma cama porque no se acababa de hacer efectiva la sentencia de separación. Así, tuvieron otros tres hijos. 'Aquello era un infierno, pero no tenía adónde ir con mis siete niños', se lamenta.Con su sueldo de ayudante de cocina alquiló un piso, pero tuvo que volver a su vivienda original al lesionarse en el trabajo y no poder afrontar el alquiler mensual.
Según su versión, con ayuda de una abogada intentó lograr una medida de alejamiento, pero lo máximo que consiguió es que el juez ejecutase la separación del matrimonio y obligase a su ex marido a vivir en el piso superior del inmueble, de dos plantas. La juez del Juzgado de Primera Instancia número 1 de San Bartolomé de Tirajana ya decretó en 1989 que su ex marido abonara una pensión alimenticia a favor de sus hijos de 50.000 pesetas mensuales. Diez años después, la juez de este mismo juzgado reconoció que la familia no había recibido ninguna cantidad y, por tanto, decretó el 'alzamiento del demandado del domicilio familiar' y el abono de '5.800.000 de pesetas' por la deuda contraída durante esa década.
En seis de los atestados instruidos por la Guardia Civil entre 1996 y 1998, Bárbara Ramos denuncia peleas de su ex marido con sus hijos y que a ella le puso un cuchillo en la garganta gritando que 'no le importaría volver a la cárcel, pero ella, en el cementerio'. Otros expedientes recogen cortes en los suministros de agua y luz provocados desde la planta alta, amenazas de quemar la casa o la aparición de agujeros en el techo por los que su ex marido pasaba una manguera e inundaba la vivienda. También se recogen sus ruegos a la justicia 'para que haga algo con él', dada la imposible convivencia.
Tras personarse ante el Instituto Canario de la Mujer, Ramos consiguió que su ex marido empezase a cumplir en el año 2000 una pena de dos años de prisión por abusos a uno de sus hijos 'que no había cumplido cuando se había dictado seis años atrás'.
Ahora asegura que, tras salir de la cárcel y ocupar nuevamente el piso superior, han vuelto las amenazas, los gritos y el miedo a que cumpla su promesa de matarla cuando vuelva una madrugada su trabajo de hostelería o se encuentren en la calle. En una nueva denuncia presentada el pasado día 14, Ramos advierte que su ex marido la ha insultado y amenazado con 'cortarle el cuello'. Es otra denuncia más sin esperanza. La mujer no confía en la intervención de la justicia. Por eso difunde su miedo en busca de protección.
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