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Columna
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Después de Franco, ETA

La presencia de José María Aznar en la clausura del Congreso del PP de Andalucía en Granada, en el que se proclamó a Teófila Martínez como candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía, y su comparación del presidente Chaves con el generalísimo Franco, le restó sin duda protagonismo a las palabras del ex ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, en ese mismo Congreso, en el sentido de que el asentamiento de la democracia en nuestra comunidad era sumamente defectuosa, porque en Andalucía hay todavía 'miedo a la alternativa'.

Tal vez por ello, Jaime Mayor Oreja haya considerado oportuno volver a repetirlas unas semanas más tarde, aunque esta vez lo haya hecho en Sevilla, con algún añadido significativo, si bien en un marco no tan solemne: 'Cuando hay miedo a la alternativa, es porque hay menos democracia de la necesaria', afirmó de manera lapidaria, añadiendo a continuación: 'No es que yo pretenda comparar a la suma de ETA y el PNV con el PSOE, pero los andaluces deberían preguntarse por qué nunca hay alternativa en Andalucía'.

El insulto a los ciudadanos andaluces difícilmente puede ser mayor. Se nos acusa de habernos instalado en una situación proto o predemocrática que no somos capaces de superar.

Primero Franco y ahora ETA. Los máximos dirigentes del PP parece que se están acostumbrando a yuxtaponer referencias democráticas y no democráticas cuando de Andalucía se trata. Manuel Chaves no es Francisco Franco, pero ambos pueden ser comparados desde una perspectiva temporal. El PSOE no es la suma de PNV y ETA, pero pueden ser comparados desde la perspectiva de que provocan el mismo temor a la alternancia política.

El insulto a los ciudadanos andaluces difícilmente puede ser mayor. De una manera subrepticia y espuria se nos está acusando de habernos instalado en una situación en cierta medida proto o predemocrática, que no somos capaces de superar. Y no porque exista un condicionamiento externo, dictadura militar o terrorismo, sino por una suerte de cobardía interna,que nos impide comportarnos con la dignidad democráticamente exigible. En Andalucía no hace falta siquiera la presión de la amenaza terrorista para conseguir que los andaluces tengamos miedo a cambiar de Gobierno. No hace falta ni siquiera ETA para que los andaluces tengamos miedo a actuar de manera plenamente democrática.

No alcanzo a entender qué es lo que los dirigentes del PP esperan conseguir con ese desplazamiento de la propia responsabilidad por su fracaso electoral en Andalucía. Si hay un principio indiscutible en toda sociedad democrática es que los ciudadanos nunca se equivocan al ejercer el derecho de sufragio. Los ciudadanos se pronuncian individualmente en condiciones de estricta igualdad y contra la sentencia que dicta el cuerpo electoral no cabe recurso alguno. Si votan mayoritariamente a un partido y no a otro, es porque el primero les convence y el segundo no. Así de sencillo. A diferencia de lo que ocurre con los partidos políticos y con los titulares de los órganos constitucionales del Estado que tienen que dar explicaciones a los ciudadanos del por qué y del cómo de sus actos, los ciudadanos no tenemos por qué dar explicaciones de ningún tipo de la forma en que ejercemos el derecho de sufragio. Nadie puede exigirnos que expliquemos por qué votamos como votamos. Votamos lo que votamos porque sí. Serán los dirigentes de los partidos los que tendrán que preguntarse por qué hemos votado como hemos votado, por qué no hemos votado la oferta programática y personal que nos han presentado o por qué no la hemos votado lo suficiente para convertirla en alternativa de gobierno.

Sobre esto es sobre lo que Jaime Mayor Oreja como responsable de la elaboración del programa del PP para las próximas campañas electorales debería reflexionar. No es a los ciudadanos andaluces a los que debería exigir que nos preguntáramos por qué no hay nunca alternativa en Andalucía, sino que son las direcciones nacional y regional del PP las que deberían exigirse a sí mismas una respuesta a ese interrogante. Los andaluces no tenemos por qué interrogarnos sobre como votamos. Cada uno lo hace como le parece oportuno y de la suma de todos los sufragios salen las mayorías y minorías, el Gobierno y la oposición. Si el PP quiere que cambiemos el sentido de nuestro voto, tendrá que cambiar su oferta programática y personal. Es el PP el que tiene que cambiar si pretende que nosotros cambiemos y no a la inversa. La responsabilidad por no materializar la alternativa en Andalucía es suya y no nuestra.

Si Jaime Mayor Oreja no lo entiende así, peor para él. Pues no es afeándonos nuestra conducta como va a conseguir que cambiemos. ¿Es miedo a la alternativa no votar a Teófila Martínez como presidenta de la Junta de Andalucía o simplemente sentido común? ¿No se ha parado a pensar nunca en esto Jaime Mayor Oreja y los demás dirigentes del PP? ¿No hay nadie en ese partido que se atreva a decir que con esa candidatura el PP es imposible que gane las elecciones en Andalucía? ¿No hay nadie en ese partido que se haya atrevido a decir que no se puede rectificar el decretazo casi en su integridad menos en aquello que afecta específicamente a Andalucía?

Las preguntas podrían multiplicarse y el PP no tiene respuestas para ellas. Hasta que no las tenga, es casi imposible que pueda convencer a los ciudadanos andaluces para que cambien el sentido de su voto. Es mediante la asunción de su propia responsabilidad y no con alusiones a Franco y a ETA como el PP podrá intentar materializar la alternancia política en Andalucía.

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