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AL VOLANTE
Columna
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Comodidad y seguridad

El Mégane aporta varios avances -tarjeta de apertura, botón de arranque y tapón del depósito integrado- que le sitúan como pionero. No afectan a la conducción, pero aportan un toque vanguardista que se corrobora con un funcionamiento mecánico muy logrado y le confirman como una referencia entre los familiares populares de su tamaño.

Fácil y consistente

El interior tiene mucho diseño, pero no tan original como la línea. Tiene una buena posición de conducción, con volante regulable en altura y profundidad, y unos mandos (volante, pedales...) de tacto suave y preciso. Además, los asientos son cómodos y envolventes, aunque justos para tallas grandes. Y se conduce sin apenas esfuerzo.

Más información
Vanguardia y calidad a precios populares

Lo que más destaca es la calidad de conducción y rodadura, a la altura de los mejores coches alemanes de su tamaño. Y sorprende la capacidad de absorción de las suspensiones, que hacen sentirse en un coche más grande: tienen unos recorridos generosos y absorben los baches y ondulaciones sin inmutarse, como si la carrocería flotara sobre el asfalto.

Pero lo importante es que el confort de marcha en todo tipo de trazados no implica la pérdida de eficacia: el Mégane viaja muy bien y ofrece una estabilidad muy lograda. En zonas viradas tiende a deslizar de delante, pero es ágil, noble y apenas balancea. Y en trazados rápidos y autopistas responde con un aplomo impecable que inspira tranquilidad al conductor. Sólo le falta el control de estabilidad ESP (opcional), pero frena con potencia y resiste bien el esfuerzo. Y su comportamiento dinámico permite viajar con un equilibrio envidiable entre confort y eficacia, algo que se aprecia desde el primer momento y marca la diferencia en su tamaño.

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Un turbodiésel muy logrado

El nuevo Renault se compenetra de maravilla con el motor 1.9 dCi turbodiésel de 120 CV. Tiene un tacto tan refinado que parece de gasolina, pero lo mejor es su respuesta a todos los regímenes: empuja desde casi 1.000 vueltas y se estira hasta 4.500. Además, el cambio de seis marchas, muy bien escalonado aunque algo lento de palanca, permite sacarle todo el partido y ofrecer unas prestaciones brillantes: acelera con brío, adelanta sin apuros y puede mantener ritmos elevados. Y todo con un funcionamiento silencioso y consumos muy ajustados: apenas siete litros en conducción tranquila y por debajo de nueve a ritmos rápidos y en ciudad.

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