Oprimidas en los guetos parisinos
Jóvenes de origen inmigrante denuncian violencia y segregación
Más allá de las elegantes fachadas de París se oculta un mundo de guetos, donde la vida es difícil para todos, en especial para las chicas. Sohane murió quemada viva por un antiguo amigo en un suburbio, hace menos de un mes; sólo tenía 17 años. A los pocos días, Oulfa, de 19, sobrevivió a un ataque con ácido en los lavabos de un instituto de la capital. Estas situaciones ocurren en pleno corazón de un país con avanzadas leyes sobre la igualdad de oportunidades y un buen sistema de ayudas sociales, en el que se había iniciado una experiencia -pronto interrumpida- de 'paridad política' entre hombres y mujeres.
¿Cómo se puede morir a los 17 años, convertida en una tea humana en un sórdido cuarto de basuras? Y sobre todo, ¿cómo pueden seguir viviendo sus amigas, sus compañeras? Algunas de ellas se movilizaron para organizarle una manifestación de despedida, antes de que el cuerpo de Sohane fuera repatriado a Argelia. 'Fue para decirle adiós y para ayudarnos a los demás a seguir viviendo', explica una de las organizadoras de la manifestación, que concentró a un millar de personas en Vitry-sur-Seine, el escenario de la tragedia, al sureste de París.
'Es la vuelta forzosa a formas de organización social fundadas sobre el machismo y el patriarcado'
No sólo es un intento de mover una solidaridad protectora frente a nuevas violencias, sino de cambiar el clima de relativa comprensión que rodea a sus autores. En un principio, el presunto asesino de Sohane fue protegido por grupos de colegas, que le facilitaron la fuga. El hospital en que fue atendido de algunas quemaduras sospechó de él y esto permitió su detención. Al cabo de unos días se supo que había confesado: se llevó a la chica al cuarto de basuras, vertió un litro de gasolina sobre su cabeza y jugueteó con una cerilla encendida. La muchacha se inflamó en pocos instantes y el sótano se convirtió en un ataúd: él no quería llegar tan lejos, sólo darle un susto, habían tenido diferencias sentimentales...
Es verdad que esto no ocurre todos los días. Pero las violencias sexuales y los acosos responden a la reconstrucción de un poder machista sobre los barrios difíciles, que algunos creen fruto de la cultura patriarcal de las familias de inmigrantes y otros atribuyen al empuje del islamismo fundamentalista. Muchos observadores creen que la degradación de la condición femenina es un hecho: así lo afirma un libro blanco elaborado sobre la base de 200 testimonios, anónimos casi todos, recogidos por una federación de asociaciones implantada en barrios difíciles
En la sede parisiense de esta federación, donde sólo se ve a jóvenes de origen inmigrante, facilitan muy gustosos las 32 páginas del trabajo recopilado, por más que el nombre del periódico que se lo pide, EL PAÍS en este caso, no les suena de nada. Pero necesitan que su problema salga a la luz. 'Una de las manifestaciones del gueto', afirman, 'es la vuelta forzosa a formas de organización social tradicionales, fundadas sobre el machismo y el patriarcado: la segregación (las chicas de un lado, los muchachos de otro), la agresividad y el desprecio, la miseria sexual y los tabúes, la fuerza como única fuente de autoridad'.
En ese contexto, 'las chicas se convierten en signos exteriores de riqueza, una apuesta de poder y una propiedad exclusiva. Aquellas que se creían que podían vivir como mujeres emancipadas y libres son tachadas de putas, y aquellas que quieren permanecer de acuerdo con el modelo de hija de buena familia son calificadas de esclavas. Colocadas ante esta alternativa imposible, la mayor parte no tiene otra opción que la mentira: fumar a escondidas o hacer el amor en la parte trasera de un coche. Nuestra vida es sórdida, no estamos seguras en ninguna parte, nuestros derechos más elementales son pisoteados cotidianamente y todo esto ocurre en medio de la más profunda indiferencia'.
No es políticamente correcto relacionar estos fenómenos con determinadas minorías procedentes de la inmigración; pero el problema existe. Hélène Orain, que trabaja en la preparación de una 'marcha nacional' de mujeres de barrios para el próximo mes de febrero, ha hecho unas declaraciones al diario Le Monde en las que introduce ese dato del siguiente modo: en un espacio público dominado por los hombres, 'las chicas deben desarrollar estrategias complicadas para evitar a los grupos de muchachos, haciendo a menudo largos rodeos. Se desplazan solas muy pocas veces, más bien en grupos de chicas. Las únicas que escapan a los insultos son las que llevan velo'.
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