_
_
_
_
_

Ramon Moya, un admirador de Daucik forjado en Segunda

Pausado, sereno y con un aire de sobriedad admirable, Ramon Moya (Castellnou de Seana, Lleida, 1956) capea el aluvión de entrevistas y solicitudes que le llueven desde que el domingo relevó al destituido Juande Ramos al frente del banquillo del Espanyol. Todo el mundo quiere saber de dónde sale. Es un desconocido, pese a llevar nueve años en la casa perica.

La historia de Moya con el fútbol y con el Espanyol viene de lejos. En su juventud, intentó emular a su ídolo Gallego, el central de referencia en el Barça de los años sesenta. Pero Moya fue un central discreto en el Málaga, en Primera División, y en un ramillete de equipos de categorías inferiores.

Como tantos futbolistas, Moya cambió luego el césped por los banquillos. Su referente era Fernando Daucik, el entrenador que dirigió entre otros equipos al Barça de las cinco copas y los Salesianos de Sarrià (Barcelona) su primer campo de batalla como técnico. Allí, había cursado el bachillerato en régimen interno; y allí, a finales de los 70, montó la primera estructura de fútbol del colegio. Su experiencia con los Salesianos le abrió la puerta a la Segunda B, donde ha entrenado durante once años (Hospitalet, Nàstic y Espanyol B). Entretanto, había tenido tiempo de obtener el título de técnico en México.

Del filial del Espanyol, donde llevaba cuatro años cosechando éxitos y aportando nuevos jugadores al primer equipo, lo ha rescatado la junta para que tome el mando en el momento más delicado. 'La presión la tengo muy asumida, en caso contrario no podría estar en Primera', dice Moya, al que ayer respaldó Tamudo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_