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Enrique Fernández-Miranda | PERFIL

Un ex cargo abierto a todo

Cuando Enrique Fernández-Miranda era un adolescente, su padre le dijo: 'En esta vida uno nunca puede permitirse el lujo de cerrar puertas, y menos dando portazos'. Fiel a aquel consejo, el ex secretario de Estado para la Extranjería y la Inmigración, recientemente nombrado director del área del sector público de PricewaterhouseCoopers (PWC), repite a los que especulan con su jubilación de la cosa pública: 'No me he retirado de nada. Estoy abierto a los ofrecimientos que puedan hacerme los amigos del mundo político'.

Fernández-Miranda no ha tenido que recorrer un largo camino para trasladarse desde el Ministerio del Interior, en el número 5 del madrileño paseo de la Castellana, hasta la sede de su nueva empresa, ubicada en el número 43 de la misma avenida. Pero el entorno no puede ser más distinto: las paredes con molduras estucadas de su anterior despacho han sido sustituidas por un mobiliario elegante y funcional; jóvenes secretarias que hablan tres idiomas han reemplazado a los policías de guardia, y del aire ha desaparecido el olor a viejo que desprendían las joyas de la Real Fábrica de Tapices. Aquí se respira dinero.

Fernández-Miranda no ha dejado un buen recuerdo de su paso por Inmigración: ni en los partidos, ni en los sindicatos, ni en las ONG, ni en el propio Gobierno, que lo relevó. Ahora ha sido nombrado responsable del área de sector público de la consultora. En PWC reconocen tácitamente que el fichaje tiene como objetivo aumentar la cartera de operaciones con el sector público, un ámbito de negocio que necesita un empujón.

Pero, ¿qué otra cosa más que las amistades puede aportar a PWC un cirujano con experiencia en politraumatismos? ¿Qué puede tener un ex profesor de Medicina o un ex vicerrector de la Universidad Complutense de interesante para una consultora? ¿Cómo cotiza una vicepresidencia del Congreso o una portavocía adjunta del Grupo Popular en el mundo financiero?

El interés del currículo de Fernández-Miranda sea tal vez más comprensible si se tiene en cuenta que cuando él era vicerrector de la Complutense el rector se llamaba Gustavo Villapalos. O que cuando él era vicepresidente de la Cámara baja el presidente se llamaba Federico Trillo-Figueroa. O que el portavoz parlamentario del que era adjunto se llamaba Rodrigo Rato. Pero el ex secretario de Estado insiste en que ha sido contratado por su capacidad para gestionar.

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