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Monòver se levanta contra el pantano que pretende construir Fomento

El embalse, en un zona sísmica, se tragará 1.170 hectáreas de viñedo y dos poblados

Hace apenas un mes los vecinos de Monòver conocieron una propuesta del Ministerio de Fomento que, de cristalizar, amenaza con transformar radicalmente la estructura socioeconómica de esta localidad del Vinalopó Mitjà: la construcción de un pantano en plena campiña. El futuro embalse, con una extensión de 1.300 hectáreas, arruinará el sector primario: el 90% de esa superficie es, en la actualidad, cultivo de vid, de la variedad Monastrell. La nueva infraestructura, emplazada en un área de especial sensibilidad sísmica, engullirá, además, dos núcleos poblacionales con unas 300 viviendas.

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Los vecinos, integrados en torno a la Plataforma No al Embalse, ya han comenzado su batalla contra el proyecto. De momento, no caminan solos: el Ayuntamiento, gobernado por un tripartito, liderado por el PP, está con ellos y en la revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) mantiene la calificación de especial protección agrícola para los terrenos elegidos por Fomento para construir el pantano. La Corporación se mantiene firme en su rechazo al pantano. Esta calificación urbanística de la zona es el eje de las alegaciones presentadas el viernes a la iniciativa de Fomento.

Monòver tuvo conocimiento de la propuesta del Ministerio de Fomento el 17 de septiembre, cuando el Ayuntamiento recibió la memoria justificativa del futuro pantano de Azorín, una infraestructura hidráulica consecuencia del Plan Hidrológico Nacional (PHN). El embalse, que ocupará una extensión de 1.300 hectáreas -el 8,6% del término de Monòver- se ha concebido como una presa para regular el caudal proveniente del trasvase del Ebro a las comarcas del Vinalapó, L'Alacantí y la Vega Baja. Fomento optó por la alternativa del pantano de Azorín tras desechar, por razones técnicas, una solución idéntica en Tous.

La contestación política y vecinal a la iniciativia del Gobierno central no se ha hecho esperar. En cuestión de días, los vecinos, liderados por la asociación de El Manyà -uno de los dos poblados que desaparecerán bajo las aguas del futuro embalse- han constituido una plataforma para canalizar el rechazo al proyecto. La entidad ya ha captado la voluntad de la mitad los vecinos -Monòver tiene 12.000 habitantes- y también ha implicado en su causa al equipo de gobierno municipal. Vecinos y gobierno local reiteraron el jueves sus argumentos a los representantes de la Administración central y de la Confederación Hidrográfica del Júcar. Estos les dieron largas: Fomento les comunicará la decisión final en dos meses.

El primer argumento del pueblo de Monòver contra el pantano es el negativo impacto agrícola de la nueva infraestructura. El 90% de la superficie que anegará el embalse -unas 1.170 hectáreas de terreno- está ocupado por vid, básicamente de la variedad de Monastrell, que da origen al célebre Fondillón. Este caldo requiere 20 años en barrica de roble. En esta zona se producen una media de 8,2 millones de kilos de uva al año, cuyo precio ronda los 0,33 euros por kilo. En la pedanía del Manyà se ubica una cooperativa con 350 socios, en la actualidad en proceso de ampliación y reforma, con una inversión de más de tres millones de euros. La eliminación de los viñedos acarreará la desaparición de esta cooperativa y limitará la actividad de la Monòver y de otras cuatro privadas. El resto de la superfice es de cultivos de frutales.

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En su alegación el Ayuntamiento es tajante: el pantano de Azorín supone la 'virtual' desaparición del sector primario del municipio. Además del negativo impacto agrícola, la construcción del pantano enterrará dos pedanías -El Fondo y el Manyà- con unas 300 viviendas, amén de las innumerables masías diseminadas por la zona que cubrirán las aguas del trasvase. El pantano, por tanto, obligará al éxodo de estos tres centenares de familias, abocadas a mutar su centenario arraigo rural.

El embalse también trastocará las comunicaciones viarias, en especial las carreteras locales que unen Monòver con las poblaciones vecinas de El Pinós y Novelda. Igualmente, los yacimientos arqueológicos de la zona se verán afectados, entre ellos un poblado romano.

Terremotos

El planeado pantano de Azorín encierra, por último, otros dos peligros latentes. El primero no ha pasado desapercibio a la Plataforma y es el argumento de una de sus alegaciones. La zona que invadirá el pantano registra una de las mayores actividades sísmicas de Alicante. El área está calificada, dentro de las normas de edificación, con grado 8, cuando el máximo que alcanza la escala en el ámbito nacional es 9. El valle de Monòver ha registrado constantes movimientos sísmicos, 296 en el último siglo, con una intensidad media de entre dos y tres grados en la escala de Richter. El último gran terremoto se produjo en diciembre de 1999. El movimiento telúrico llegó hasta los 3,6 grados. El epicentro de este terremoto se sitúo en la zona de la Madara, curiosamente centro exacto del proyectado embalse de Azorín. Con estos argumentos, vecinos y Ayuntamiento rechazan la nueva presa, aunque tampoco olvidan otro aspecto: los efectos sobre la sanidad ambiental. El pantano, al alimentarse del trasvase, no siempre estará lleno, y, por tanto, las emanaciones mefíticas impregnarán periódicamente el aire de la zona.

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