Sacar de la trastienda
El coleccionista Alfonso Pons exhibe por primera vez sus piezas, centradas en arte latinoamericano
Alfonso Pons (Caracas, 1941), industrial del acero, decidió convertir a finales de los 60 una de sus pasiones, el arte, en forma de vida y se inició en el coleccionismo. Huyó de los nombres consagrados y apostó principalmente por obras de jóvenes artistas latinoamericanos. Su catálogo privado reúne ya más de 500 piezas de autores de todo el mundo, nunca vistas en una exposición. Hasta esta tarde. El centro Koldo Mitxelena de San Sebastián inaugura Archivo Pons, una muestra en la que están representados 65 artistas con 145 obras. Entre ellos, Christian Boltansky, Gabriel Orozco, Sarah Lucas, Hiroshi Sugimoto, Tony Oustler o Julio Galán.
Pons no hace distinciones entre disciplinas artísticas. 'Cualquier soporte es válido cuando se trata de expresar sentimientos o ideas', apunta. Por eso, su colección y también esta muestra abarcan desde los géneros más clásicos -pintura y escultura- hasta fotografía artística o las videoproyecciones.
'Ésta es una visión muy parcial y no del todo representativa de la colección de Pons', dijo ayer Mónica Amor, una de las comisarias de la muestra. El industrial venezolano posee obras de artistas como Botero, Wilfredo Lam, Ana Mendieta o Jenny Holter que no podrán verse en San Sebastián porque los organizadores han tratado de adaptar el arte al espacio y han terminado por hacer una reflexión sobre la idea de archivo -como testimonio histórico y como una forma de diálogo entre el individuo y la cultura- y de plantear la dualidad entre juego y el estudio.
En los patios centrales del Koldo Mitxelena se plantea precisamente esta idea con propuestas como una minimoto con cabeza de pato, de Penti Monkkonen; un ajedrez trucado de Enrica Bernardelli o unos relicarios de Christian Boltansky. Como contraste está el espacio dedicado al estudio, donde queda reflejada la dimensión archivística de la biblioteca del centro y del coleccionismo de arte, con trabajos de Jac Leiner y Edgar Souza, entre otros.
La exposición supone una radiografía del arte conemporáneo latinoamericano y ofrece una pequeña muestra de lo que se hace en otras latitudes. En los pasillos de la sala de exposiciones, Sugimoto muestras sus fotografías del Mediterráneo y el mar Tirreno; Lucas, los retratos que reflejan su lado más humano -en el baño, tumbada en la cama, fumando-. Otros artistas hacen aquí gala de su ironía: Carine Weidle expone 10 fotografías de un pollo olímpico, que lo mismo monta en bicicleta que hace natación sincronizada, y Mónica Girón titula como El ajuar de un conquistador una obra con ropas que servirían para vestir a un pingüino.
La exposición dedica varias salas a analizar en mayor profundidad la obra de autores como Rivane Nevenschwander, quien usa el jabón o el aceite como materiales. Muchos de ellos son desconocidos por el gran público, precisamente por la filosofía que tiene el coleccionista. 'Me gusta el proceso de explorar, asumir el riesgo y tomar decisiones', señala Pons.
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