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Reportaje:

Serbia da la espalda a Occidente

Los electores serbios desoyen con su escasa participación las recomendaciones de la comunidad internacional

El desenlace de la elección presidencial de Serbia, anulada por escasa participación y con un triunfo arrollador del nacionalista democrático Vojislav Kostunica, significa un golpe a la llamada comunidad internacional, la Unión Europea y EE UU, en su política balcánica. Este fracaso en Serbia se suma al de una semana antes en las elecciones generales de Bosnia-Herzegovina, donde los candidatos nacionalistas, serbios, croatas y bosnios musulmanes, se impusieron en sus respectivos grupos nacionales.

El resultado de Bosnia-Herzegovina deja claro que, siete años después de la firma del acuerdo de paz de Dayton, el país está muy lejos de la sociedad multiétnica deseada por Occidente. La elección presidencial de Serbia supuso la derrota del viceprimer ministro de Yugoslavia, Miroljub Labus, el economista liberal de 55 años, el favorito de Europa y EE UU en quien habían depositado las esperanzas de una marcha más rápida del país hacia una economía de mercado. Un diplomático europeo comentaba en Belgrado el resultado de las elecciones de Serbia con una frase que resume la perplejidad de la comunidad occidental. 'El candidato que frena recibe el apoyo popular y al que está dispuesto a avanzar no le votan'.

'El candidato que frena recibe apoyo y al que está dispuesto a avanzar no le votan'

Más grave ha sido la elevada abstención de los votantes serbios, que ha obligado a anular la elección, por lo que revela de pérdida de sustancia democrática y por haber dejado con las posaderas al aire a los representantes diplomáticos de la Unión Europea en Yugoslavia. En vísperas de los comicios, los embajadores de la UE en Belgrado lanzaron un mensaje conjunto a los votantes en un intento casi desesperado para salvar la elección.

En el texto se invitaba a votar: 'Los jefes de las misiones de las embajadas de los Estados de la UE en Belgrado quisieran animar a todos los votantes en Serbia a votar el domingo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales'. Conscientes de lo delicado del paso, los diplomáticos advertían: 'Las elecciones presidenciales serbias son, por supuesto, un asunto interno, pero no debería caber ninguna duda de que la conclusión con éxito de la segunda vuelta emitiría un mensaje muy positivo e importante al mundo'. A continuación se expresaba el deseo de que Yugoslavia 'se incorpore a la familia europea a través del proceso de estabilización y asociación'. El comunicado concluía así: 'La participación elevada de los votantes sería una prueba de que el electorado apoya fuertemente los valores democráticos'.

Los electores serbios no quisieron aportar esa prueba y optaron en su mayoría por quedarse en casa. Sólo votó algo más de un 45% del censo, más de tres millones se abstuvieron, y la elección quedó anulada. Ahora Serbia se empantana en un complicado embrollo legal para salir de la crisis del fracaso de la elección. Esto ocurre cuando se discute la Constitución que debe trazar las bases del futuro Estado Serbia y Montenegro para enterrar lo que queda de la antigua Yugoslavia. Para complicar más la situación, los dos dirigentes políticos al frente del país, el presidente de Yugoslavia, Vojislav Kostunica, y el primer ministro de Serbia, Zoran Djindjic, están más atentos a pegarse patadas en las espinillas que a llevar a buen puerto la transición iniciada hace dos años. Entonces los mismos electores que ahora se abstienen se ganaron las ovaciones de Occidente cuando derrumbaron el régimen despótico de Slobodan Milosevic. Aquel capital ahora parece gastado.

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