_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Expo 92, gloria y miserias

Publicar un libro de memorias es algo a lo que muy pocos personajes se resisten. Algunos no se dan cuenta de que están espesando un poco más sus propias sombras. Es lo que le puede pasar a Manuel del Valle, ex alcalde de Sevilla por el PSOE, que acaba de deleitarnos con una de esas sabrosas colecciones de recuerdos y olvidos, silencios y medias verdades. Al rebufo del X aniversario de la Expo 92, el hombre nos quiere ilustrar ahora con algunas bonitas anécdotas de aquellos revueltos tiempos, para que nos enteremos de lo bien que él estuvo, siempre según él. Pero nos deja con los dientes largos, por ejemplo, con la cosa de que alguien (no dice quién) acudió a su despacho a proponerle un chantaje en todo regla: cuatro mil millones de pesetas para que la Expo tuviera una buena acogida en la prensa mundial. Él, por si acaso, trasladó el encarguito a Jacinto Pellón, que, éste sí, lo mandó a hacer puñetas, con aquel desparpajo tan suyo. Luego 'pasó lo que pasó', dice el ex alcalde, entre filósofo y agorero. No se da cuenta de que a cualquier hijo de vecino se le puede ocurrir la siguiente pregunta: ¿Y por qué acudieron a él, como primer destinatario o intermediario, y no directamente a Pellón? Tal vez ni se hubieran atrevido, de no ser por las buenas relaciones que Del Valle siempre tuvo con cualificados periodistas de la derecha local y nacional. O acaso su dedicación a los negocios complejos, como los urbanísticos que entonces tenía en la Costa del Sol, le acreditaban para ese tipo de misiones.

Días atrás el hombre también nos regocijó con otra estupenda teoría acerca del metro de Sevilla, que, según él, ahora se va a hacer como él decía. En honor a la verdad, aquí el estupor ha sido superior al deleite. A lo mejor es que se le ha olvidado que lo que de verdad dijo fue: 'El metro de Sevilla es un túnel sin salida', y para ilustrarlo publicó un encarte en la prensa donde los túneles ya construidos desembocaban en un muro impenetrable. También puede habérsele ido de la cabeza -¡suele haber tantos pájaros en mentes así!- que fue bajo su mandato cuando se definió a la isla de La Cartuja, donde se iba a hacer la Expo, como 'territorio exógeno', vamos, como una cosa de marcianos. Claro que ni ésa ni otras se le olvidaron al partido, que decidió sacarlo del foco de la Exposición Universal, antes que fuera demasiado tarde.

Es lo que tiene esto de las remembranzas. Que junto con la gloria que fue Expo 92, a pesar de tantos enemigos políticos como quisieron hundirla y borrarla, salgan por ahí otras miserias por el estilo. Empiezo a comprender por qué ni Felipe González ni Jacinto Pellón, los principales artífices de aquel prodigio, han querido aparecer por aquí. Al primero, desde luego, esta ciudad le debe por lo menos una ancha avenida con su nombre. Y justo es reconocer que hasta el PP de entonces llegó a estar de acuerdo en ponérsela. Pero una mano negra, del propio PSOE -y no fue Del Valle-, lo estropeó. Eso se lo contaré a ustedes otro día. Entretanto, apunten esta sevillana, que suena por ahí: 'Ya tiene una avenida / Manuel del Valle, / y Felipe no tiene/ una triste calle. / Así es la vida. / Unos hacen la gloria. / Otros la olvidan'.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_