'El actor tiene que hacer el amor con el público'
Junto a la puerta de la Escuela de Teatro de Getxo un cartel anuncia: 'El teatro es un arte colectivo'. Con esa máxima dirige Carlos Baiges un centro que pronto cumplirá 20 años.
Pregunta. ¿La vida aquí es como en las series de televisión sobre escuelas de teatro?
Respuesta. No, no es Un paso adelante. En las escuelas auténticas, se trabaja mucho, se sufre mucho, se llora mucho y hay mucho esfuerzo detrás. En la tele no se suele ver.
P. ¿La interpretación es una profesión con futuro?
R. Bueno, ¿cuál lo es? Después de cuatro años y con su diploma, la gente sale con una base suficiente para enfrentarse al mundo laboral en el País Vasco. De hecho, muchos alumnos están trabajando en compañías o salen al extranjero con una beca. Trabajo existe; ni más ni menos que en otras profesiones. Como en todas hay que valer, ser el mejor en una sociedad competitiva que te empuja.
P. ¿Y es suficiente la formación que reciben para dedicarse a la interpretación?
R. Suficiente,... No sé. Si nos comparameos con Madrid, que tiene la Escuela Oficial de Arte Dramático que cada año recibe 600 solicitudes, y luego como satélites a su alrededor unas 20 o 30 academias de formación profesional, no parece suficiente.
P. ¿Tan necesario es el paso por una escuela?
R. Tengo que decirte que sí. Yo no me formé cuatro años en un curso reglado, pero desde el principio he tenido que estar en contacto con alguien que abriera caminos, que me pusiera las herramientas a mano.
P. ¿Y el talento?
R. Creo que, primero, es vocación. Y luego, en función del talento y la formación, se conseguirá un resultado.
P. ¿Hay fórmulas para conseguir un buen actor?
R. Pienso que no. A mis alumnos les digo: yo no te voy a enseñar a ser actor. Tú traes tu diamante en bruto, en el que yo creo, y yo te voy a ayudar a eliminar lo que sobra de esa piedra para que quede bien pulido. Esto es una carrera de fondo, de no parar de aprender, de seguir formándose siempre. El teatro es la vida, los actores creamos vida, que está en constante movimiento.
P. ¿La existencia de una compañía estable en la escuela, 96 Unicornios, significa que lo que cuenta para un actor es la actuación frente al público?
R. Sí. Es lo que llamamos la comunión con el público, tiene que hacer el amor con el público. Si no hay público no hay acto de amor, no hay comunicación, no hay nada.
P ¿Defiende la existencia de una enseñanza reglada y titulación oficial en estas disciplinas, como ya exite en la música o en las Bellas Artes?
R. Sí. Cómo se hace una escuela oficial de las artes escénicas es otra cosa, pero es indudable que hay que hacerlo. Casi todas las comunidades autónomas la tienen.
P. Ustedes también imparten cursos para niños, grupos de mujeres, jubilados.
R. Para ellos el teatro es ocio, contacto con otra gente. Los talleres de aficionados son entretenimiento; nosotros intentamos conducirles siempre hacia la práctica de la expresión dramática, a través del cuerpo, de la voz, de la palabra. Pero hay mucha gente a la que se le ve el plumero y vienen a conocer gente. Aceptamos a todos, excepto los que vienen a curar una fobia o una paranoia. Hay gente que confunde una escuela de teatro: nosotros no somos psicólogos. Tratamos con las emociones de las personas, pero de las personas sanas.
P. ¿Qué les da el teatro a los actores aficionados?
R. Les sube la adrenalina,aprenden de sí mismos, de su cuerpo de sus voces.
PERFIL
Carlos Baiges (Bilbao, 1964) comenzó su relación con la interpretación en el taller de teatro de la Universidad del País Vasco que dirigía Luis Iturri. Su formación continuó en Madrid antes de integrarse en 1988 en el equipo de la Escuela de Teatro de Getxo. La docencia no ha acabado con su vocación de actor. Su participación en la compañía Simulacro Teatro le permite mantener vivo el contacto con el escenario: 'Si no, me moriría'.
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