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GENTE | FÚTBOL | El drama de un guardameta

Molina deja el fútbol para tratarse de un tumor

El portero del Deportivo se someterá a quimioterapia tras la reaparición de un cáncer testicular del que ya fue operado

Xosé Hermida

'Nos vemos dentro de ... dentro de poco, espero'. Con estas palabras, adornadas de esa media sonrisa tan característica en él, José Francisco Molina, el portero internacional del Deportivo, se despidió ayer de los periodistas tras anunciarles que un tumor maligno en un testículo le obliga a dejar el fútbol temporalmente. Molina, de 32 años, tendrá que someterse a un tratamiento de quimioterapia después de que la pasada semana, en un control periódico, se detectase la reproducción de un proceso canceroso por el que ya había sido operado en junio de 2001.

Emocionado pero con gran entereza, Molina quiso comparecer él mismo ante la prensa para explicar el desarrollo de su enfermedad. 'El pronóstico vital es bueno, pero habrá que controlar los efectos secundarios del tratamiento', advirtió el jefe médico del Deportivo, César Cobián.

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Por debajo de ese mundo irreal que envuelve a los futbolistas, de toda esa brillante traca de éxito, fama y lujo, Molina llevaba ya año y medio rumiando una dura situación personal. Mientras daba saltos de alegría en el Bernabéu por ganarle al Madrid la Copa del Rey, le detenía penaltis a Del Piero y Henry o veía su nombre elevado otra vez a los titulares por quedarse fuera del último Mundial, el portero valenciano sabía que una grave enfermedad le estaba rondando. Pero nadie, fuera de su círculo íntimo, percibía la más mínima sospecha.

Hasta que ayer, a las 13,30, Molina apareció en el estadio de Riazor ante los periodistas, que poco antes habían recibido una repentina y enigmática convocatoria del club. Acompañado del doctor Cobián y del presidente, Augusto César Lendoiro, al futbolista le costó arrancar. Empezó con la voz un tanto temblorosa y hasta se sintió obligado a pedir disculpas: 'Estoy muy nervioso'. Pero a continuación relató el desarrollo de su enfermedad con gran aplomo.

El tumor fue descubierto al final de la primavera de 2001, en su primera temporada en el Deportivo, adonde había llegado procedente del Atlético. Como los médicos le dijeron que no era maligno, esperó al final de la Liga para operarse. Pasó por el quirófano en A Coruña el 18 de junio, al día siguiente de concluir la temporada. 'Como era un tema serio, decidí pedir una segunda opinión a un médico en Valencia, que me confirmó totalmente lo que ya me habían dicho aquí', explicó. Pero el análisis del tumor extirpado deparó malas noticias: era maligno. 'Comprobaron que no se había extendido a otras partes del cuerpo', agregó el jugador, 'y me dijeron que hiciese vida normal y que fuese a controles periódicos, cada dos o tres meses, para atajarlo a tiempo si se reproducía'. Y así, sin que nadie lo intuyera, entre viajes, entrenamientos, partidos, entrevistas y celebraciones, Molina vigilaba el desarrollo de la enfermedad. El portero se perdió varios partidos en este inicio de temporada por una lesión de rodilla sin ninguna relación con su dolencia, que hasta la pasada semana parecía controlada.

El miércoles 9 le tocaba uno de los controles periódicos. Al día siguiente, fue a recoger las pruebas y se encontró con la aciaga noticia. El tumor había vuelto y necesitaba un tratamiento agresivo. Molina lo dispuso todo durante el fin de semana. Aunque podían operarlo en A Coruña, prefiere irse a Valencia para estar cerca de la familia. 'Voy a necesitar su ayuda y allí estaremos más tranquilos. Los médicos me han dicho que el entorno es muy importante en estos casos', apuntó el guardameta. Ayer mismo, metió en el coche los trastos imprescindibles, y cogió ruta hacia Valencia con su mujer y con su hija. No tuvo tiempo ni para despedirse de sus compañeros, que, tras unas cortas vacaciones, volvían a entrenarse por la tarde.

Hoy acudirá al Instituto Valenciano de Oncología, donde le harán otras pruebas para corroborar el diagnóstico. Pero ya se ha hecho a la idea de que no podrá esquivar la quimioterapia. 'Afrontaremos la situación de la mejor manera', sentenció, como si estuviera hablando de un partido difícil el próximo domingo. Ni él mismo ni los médicos se atrevieron a hacer pronósticos sobre cuánto durará la convalecencia.La noticia conmocionó al deportivismo, como quedó patente en el rostro de Lendoiro, quien a duras penas logró contener las lágrimas cuando le tocó hablar después de Molina. 'Sabemos que él es muy fuerte', afirmó el presidente para infundir optimismo. 'Le quedan tres temporadas de contrato, pero estamos seguros de que se quedará mucho más'. Luego, se le quebró la voz y apenas pudo concluir: 'Es una persona especial, no uno más en el equipo. Aquí no lleva mucho tiempo, pero su personalidad deja impronta'.

Molina, junto a Lendoiro, presidente del Deportivo, en la conferencia de prensa.
Molina, junto a Lendoiro, presidente del Deportivo, en la conferencia de prensa.EFE

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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