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VISTO / OÍDO
Columna
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Rearme

Hay un movimiento de rearme. En España se discute sobre si lo hay o no: y es que el gasto se disimula en otras partidas. En Francia también hay disgustos; el rearme se ha disparado con la derecha. Para irlo pasando, es preciso antes lo que se llamó 'rearme moral'. Aquí es muy patente: banderolas, militares desfilando, reyes de uniforme, alocuciones; beatificaciones express no sólo de 'mártires de la Cruzada' sino de los martirizadores de laicos. La moral ha cambiado la expresión, como suele hacerse cada vez que pierden por la palabra: ya no hay 'moral cristiana', sino 'moral democrática', que suena a libre. 'El ruido de los tanques es ahora el ruido del Estado democrático', dice Trillo: la mayúscula de Estado es de su texto, publicado por El Mundo. Significa lo que se llamó Estado español, el de Franco, que no era monarquía, ni república, ni valía su nombre, dictadura. Tiranía, despotismo.

El rearme moral tiene el protagonista conocido, Bush; y los actores secundarios. El de aquí es copia del que allí lanzaron tras el ataque del 11 de septiembre del año pasado. El invento genialoide de allí fue, también, de lenguaje: democracia en vez de patria, terrorismo en vez de guerra: pero de forma que la guerra es la noble ocupación antigua de los caballeros que hace el propio Estado, monopolista legal de la fuerza, y el terrorismo, innoble cobardía que ataca a los indefensos. Sólo los muy memos, muy antiguos, librepensadores y enciclopedistas, ilustrados y republicanos, no diferenciamos las palabras solamente por el lugar donde se produzcan, Nueva York o Afganistán. No sin dejar de aceptar, claro, que Nueva York somos nosotros y Afganistán son los otros, aquellos a los que expulsamos por bestias que no entendían el sentido de liberación del catolicismo, ni siquiera por la dialéctica de convicción de las hogueras en la plaza pública. Con modificaciones lingüistas: una de ellas es la Biblia contra el Corán, vieja pelea de tantas colonizaciones, de tanto crimen, de tanto mártir.

A nuestro rearme moral corresponde el suyo. Con una diferencia importante: nosotros utilizamos el Libro sabiendo que no es verdad, sino pretexto, disfrazando la guerra por ese terreno y no por el de pobres y ricos, feo y antiguo; y ellos no lo saben. Creen en las huríes. La cultura es nuestra, nuestro el rearme moral que trae el canto del tanque a la democracia del orbe cristiano.

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