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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tesoros muy hundidos

Un argumento propio de película de acción desarrolla la primera novela de Juan Carlos Botero (Bogotá, 1960), hijo del famoso artista colombiano Fernando Botero y que había publicado antes en España un libro de cuentos (La ventana y las voces, Ediciones B, 1998). El primer problema es que la acción no empieza sino hacia la página 170, cuando Francisco Rayo, protagonista de La sentencia, se sube al barco La Taciturna y emprende la búsqueda de los tesoros depositados en el fondo del mar desde el naufragio de La Armona, ocurrido en 1705. Rayo, buscador profesional de tesoros hundidos, ha sido contratado por un exótico millonario para encontrar el oro de aquella nave. No faltarán entonces los sobresaltos, como el pasaje en que, habiendo emergido demasiado lejos de la barca y ya en plena tarde, Rayo empieza a padecer 'por el tema de los tiburones'.

LA SENTENCIA

Juan Carlos Botero Ediciones B. Barcelona, 2002 263 páginas. 13,99 euros

Pero si la aventura abarca só-

lo las últimas ochenta páginas, ¿con qué material ha llenado el autor las primeras tres cuartas partes del libro? Con muchos datos acerca de los barcos al servicio de la Corona española que naufragaron en aguas americanas entre 1492 y 1820; con informes sobre la fiebre del oro en California y los sistemas de acarrear el botín de costa a costa; con detalles de los rescates más espectaculares, como el hallazgo del pecio del Central América, hundido en 1857 con gran cantidad de lingotes de oro en sus bodegas; y con una serie muy valiosa de referencias técnicas sobre la arriesgada profesión del protagonista, como la forma de utilizar el sofisticado GPS o la sencilla e imprescindible 'tablita', que 'los gringos llaman Sea Scanner y los españoles un acuaplano'.

Rayo no es un buzo cualquiera, varias veces advierte de que no responde a 'la imagen clásica de los cazadores de tesoros': es valiente pero sensible, y no pasa por Nueva York sin acudir al Metropolitan Museum y a la Colección Frick, a las que dedica varias páginas, como sin duda merecen tan principales pinacotecas. Este recurso permite a Botero verter dentro del libro aquella considerable cantidad de fichas históricas y técnicas, aunque para ello deba estirar demasiado una serie de diálogos inverosímiles. Rayo tiene una virilidad a lo Corto Maltese, y en general la novela resulta más cercana a la historieta que a cualquiera de los grandes nombres de la literatura moderna de tema marino. Hoy parece que el género periodístico ha desaparecido bajo la hegemonía de la novela; y, sin embargo, el material de Botero está visiblemente mejor preparado para una serie de reportajes o de artículos que para transformarse en ficción narrativa.

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