'La derecha ha secuestrado mi país'
Jackson Browne (Heidelberg, Alemania, 1948) parece mucho más joven de lo que dice su pasaporte. Será su ropa informal, su melena negra, o la tranquilidad que da llevar un ritmo de trabajo tan peculiar como el suyo. Porque este californiano de adopción apenas ha grabado 12 discos en 30 años de carrera. El último, The naked ride home (Elektra / Dro) es el primero en seis años.
Pero lo escaso de su trabajo no resta un ápice de importancia a su trayectoria. En 1972, el entonces joven cantautor, curtido en el circuito folk de Nueva York como músico de Nico y Tim Buckley, publicó su primer álbum, convirtiéndose en una de las voces señeras del pop de autor californiano. Durante tres décadas, además de sus propios discos, ha sido compositor para otros -es coautor, por ejemplo, de Take it easy, el primer gran éxito de The Eagles, pero ha escrito temas también para Joe Cocker, Linda Rondstadt o Emmylou Harris- y desde finales de los setenta ejerce de activista político y voz crítica contra la Administración de EE UU.
Pregunta. Seis años sin grabar un disco. ¿Qué ha hecho durante todo este tiempo?
Respuesta. Muchas cosas. Primero pasé doce meses de gira alrededor del mundo. Después viví un tiempo en España, di un montón de conciertos acústicos y estuve dos años trabajando en las canciones de este álbum. Entonces volví a Estados Unidos por unos problemas familiares, y el trabajo se detuvo. Pero esa parada tuvo el efecto de dar a las canciones un poco más de tiempo para desarrollarse.
P. ¿Por qué se fue a vivir a Barcelona?
R. Llegué a Barcelona hace seis años para pasar una 'vacación para dos meses. No, dos semanas' . Pero me lo pasé tan bien... Al año siguiente, un amigo dejó el piso y preguntó: '¿Alguien quiere el apartamento?'. Yo dije: 'Venga', y me quedé dos años.
P. ¿Cómo es para un estadounidense vivir fuera de Estados Unidos?
R. Fue más fácil de lo que yo pensaba. Aunque yo no quería ser un exiliado. Yo necesito estar en América, porque si yo no tengo una voz política en los Estados Unidos, ¿quién va a intentar cambiar las cosas? Siento que es mi obligación como ciudadano americano participar en las votaciones y en la sociedad. Lo aprendí hace mucho tiempo: no hay que dejar tus decisiones en manos de otro.
P. ¿Ha cambiado su perspectiva por haber vivido fuera de su país?
R. Sí, creo que es bueno mirar a los Estados Unidos desde otro país. Me encantaría que todo el mundo pudiera venir a España a conseguir otra perspectiva. Me gustaría que en mi país se recordara que no fueron únicamente los EE UU los atacados el 11-S. Fue un crimen contra la humanidad. Llamar al atentado 'guerra contra los EE UU' es un error. Fue un golpe contra el orden económico. Pero para los americanos es complicado tener una visión del resto del mundo. Alguien dijo que el mundo observa a EE UU y, mientras, los EE UU ven la televisión. Es verdad. Yo aconsejaría a mis compatriotas que intentaran ver cómo todo lo que hacemos afecta al resto del mundo. En cuanto a la política del Gobierno, creo que está bien intentar convertir el mundo en un lugar seguro, pero pienso que no es eso lo que estamos haciendo. Creo que los fundamentalistas islámicos hicieron a la derecha de mi país un gran favor con este ataque. A una derecha que ha secuestrado EE UU en las últimas elecciones. Otro crimen. Por eso, aunque a veces tengo ganas, éste no es el momento de irme a otro país sólo porque me gusta más la comida y el estilo de vida. Porque, para vivir, yo prefiero España a California.
P. Y, a pesar de todo, su nuevo disco es básicamente de temática amorosa.
R. Mitad y mitad. Es un álbum de amor y también es social y político. Trata de la búsqueda de tu lugar en el mundo. En parte es la búsqueda de un estado mental saludable, y en parte es la búsqueda de un sitio en la tierra. Un lugar que a veces toma una forma concreta, un barrio como Gracia, o California. Constantemente buscas un sitio donde vivir en medio de la desesperación. Yo tengo un rancho en una zona maravillosa de la costa de California, y pienso: quizás debiera quedarme allí. Pero, ¿cómo vivir en esa especie de paraíso y, a la vez, ser músico y escribir? Es un sitio maravilloso, es verdad, pero hay una separación artificial entre ese lugar y lo que ocurre fuera. No es el mundo real. A 150 kilómetros está la realidad: en Los Ángeles, por ejemplo, con todos sus problemas; con una enorme parte de su población que vive en la pobreza. Yo trabajo con una escuela en South Central, una de las zonas más deprimidas de Los Ángeles, en la que un buen amigo es profesor de música. Está llena de niños con mucho talento, pero no tienen nada. Ése es el mundo real.
Babelia
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