El 'discreto' cumpleaños de Putin

¿Qué le vamos a regalar al presidente? La élite política y administrativa de Rusia ha puesto a trabajar su imaginación para celebrar el 50º aniversario de Vladímir Putin como un verdadero asunto de Estado.

En teoría, nadie está obligado a agasajar al líder, pero los miedos, las tradiciones del régimen de servidumbre y del culto a la personalidad y la adulación al poderoso tienen hondas raíces en Rusia, y, por lo que pueda pasar, nadie quiere quedarse corto o al margen del festejo, aunque Vladímir Putin parece tener la intención de escabullirse de la avalancha que se le viene encima.

El presidente se las ha arreglado para que su aniversario, el próximo lunes, sea una jornada de trabajo, que se dispone a pasar en Kishiniov, la capital de Moldova, con sus colegas de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y aparentemente alejado de su esposa y de sus dos hijas. Putin tal vez se libre así de tener que calarse la gorra imperial que un grupo de empresarios ha encargado para él. El tocado es una reproducción del gorro de Monomaj, una de las coronas más antiguas del imperio ruso, que está confeccionada con oro, plata, pedrería y pieles y que se guarda en la Armería del Kremlin.

El dirigente ha entregado a un monje ortodoxo un BMW que recibió de industriales alemanes

En Kishinio no será fácil que Putin se libre de obsequios, brindis y felicitaciones, sobre todo teniendo en cuenta la procedencia oriental y la tendencia a la hipérbole de la mayoría de los líderes de la CEI.

Citando fuentes del Kremlin, varios periódicos rusos señalaban que Putin se ha desprendido de la mayoría de los regalos que ha recibido. El presidente entregó un coche BMW, regalado por los industriales alemanes, a un monje ortodoxo, y un caro reloj suizo a uno de los mandos de la guardia del Kremlin.

Entre las ofrendas que preparan los políticos destacan la del liberal Borís Nemtsov, que entregará al presidente un busto de Alejandro II, el zar reformador que abolió la servidumbre y que murió víctima de un atentado. El grupo parlamentario Yabloko se limitará a un mensaje de felicitación, pero no en tono festivo, según ha dictaminado Grigori Yablinski, para quien cumplir cincuenta años no es motivo de broma, sino de reflexión.

Los comunistas se limitarán a felicitar a Putin por teléfono, y los centristas, que constituyen la base del Kremlin en la Duma, han movilizado a los niños de provincias para que escriban postales al Kremlin. El Altái, una fábrica de objetos preciosos que en el pasado recibía encargos de los emperadores, trabaja a puerta cerrada por encargo del gobernador local para fabricar un icono destinado a Putin.

De su esposa, Liudmila, Putin ha recibido un extraño regalo, si es que puede considerarse así la contribución de la primera dama de Rusia a la biografía del líder redactada por el periodista Oleg Blotskii. En el segundo tomo, aparecido hace varias semanas, Liudmila asegura que hasta ahora no ha podido acostumbrarse a la impuntualidad de su consorte, que, de novios, le daba plantones de hora y media y no se disculpaba al llegar.

Putin celebra su aniversario con el apoyo del 76% de la población y el analista Glev Pavlovski, próximo a la Administración del Kremlin, cree que el presidente debe su éxito a su capacidad para convertirse en una 'isla o zona de confianza' para los ciudadanos rusos cuando éstos mostraban una confianza nula hacia el Estado debido a los reiterados engaños de Borís Yeltsin.

Poco dado a repetir los movimientos bruscos de su predecesor, Putin está obsesionado por evitar cismas y fisuras en una sociedad poco exigente, que le trata como si fuera un zar.