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Entrevista:Juan A. Jiménez | Alumno | LA FORMACIÓN DE LOS CIEGOS

En primera fila en un centro ordinario

Educación

Juan Antonio Jiménez no para de hablar ni de reírse. Tiene 10 años, estudia en un colegio público de Madrid y es deficiente visual. Perdió la vista con sólo cuatro años. Todos los días su padre le deja en la puerta del colegio como hacen los padres de los demás niños. A esa hora, en el patio, se forma un buen barullo de alumnos y profesores. Pero eso a Juan Antonio no le da miedo. 'Me conozco el colegio de memoria, soy capaz de recorrérmelo solo, incluso de bajar las escaleras deprisa y tirarme del tercer escalón'. No en vano, lleva en este centro desde 1º de primaria.

En clase, se sienta en primera fila, al lado de su compañero Jorge. En el pupitre coloca su máquina de braille Perkins y a un lado una telelupa para ver en aumento. Son 23 alumnos en clase. 'Mis libros son como los de los demás, la única diferencia es que los míos están escritos en braille y no tienen dibujos'.

Juan Antonio aprendió el braille a los cinco años. Una profesora de la ONCE viene tres veces por semana a echarle una mano con las fichas, para adaptarle láminas en relieve y pasarle algunos textos al braille. También ahora tiene una profesora de apoyo en inglés y plástica.

El chaval cuenta que puede hacer casi todo lo que hacen sus compañeros. Aunque siempre hay excepciones. 'Un día ellos hicieron un cómic y yo tuve que hacer sólo un dibujo'. Y en clase sigue las explicaciones sin mayores prolemas. 'La señorita habla en alto cuando escribe en la pizarra y a veces me dicta cosas sólo para mí. Con la máquina corro mucho, pero a veces me pierdo porque la profe va un poco deprisa'.

Aun así, dice que este año su tutora ha aprendido enseguida el braille y desde el tercer día es capaz de pasar a tinta lo que él escribe con la máquina Perkins. En gimnasia corre y hace volteretas como el resto de sus compañeros, 'aunque un día me di un golpetazo y me caí para atrás'.

Lo que más le gusta a Juan Antonio son las matemáticas y lo que menos, el inglés. Este año se queda en el comedor del colegio y algunos días por semana va a clases de natación en la ONCE. Ahí tiene dos amigos íntimos. En el colegio su mejor amiga es Irene, una chica de su clase con síndrome de Down.

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