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Maragall reclama la disolución del Parlamento catalán para acabar con "la lenta agonía" de CiU

Dice que está en contra de la propuesta de Ibarretxe y la califica de 'más audaz que sensata'

El líder de la oposición socialista en Cataluña, Pasqual Maragall, elevó ayer la temperatura del debate palamentario sobre la orientación del Gobierno autónomo al pedir solemnemente al presidente Jordi Pujol que disuelva el Parlamento y convoque elecciones. Maragall argumentó que Cataluña no se merece 'la agónica prolongación artificial' del mandato de un presidente que se ha despedido un año antes de agotar la legislatura. Iniciativa per Catalunya-Verds se sumó a esta petición de disolución de la Cámara, mientras que el PP reiteró su política de mano tendida a CiU.

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Pujol rechazó de plano la propuesta de Maragall de convocar elecciones anticipadas y evitó pronunciarse sobre la petición de reforma del Estatuto de autonomía que le hizo el líder de Esquerra Republicana, Josep Lluís Carod. Tampoco obtuvo respuesta la lacónica pregunta que le hizo el presidente del Grupo Popular, Alberto Fernández Díaz: '¿Con quién piensa acabar CiU esta legislatura?'. Con todo, el propio Fernández Díaz dio respuesta implícita a su pregunta al expresar la disposición de su grupo a apoyar a CiU hasta las elecciones.

Pero el protagonismo fue ayer de Maragall, que criticó especialmente que Pujol haya rechazado 'implicarse en el problema que envenena no sólo la política y la vida en Euskadi', sino que condiciona toda la política española. Cataluña no puede ser, dijo Maragall, la gran ausente de un debate que ni siquiera ha comenzado, 'que no es otro que el de la España plural'. 'Porque el tema no es Euskadi, el tema es España; Euskadi es la cortina y Cataluña debe tener en un papel', agregó el líder socialista.

En opinión de Maragall, la propuesta del lehendakari, Juan José Ibarretxe, a la calificó de 'más audaz que sensata', ha llenado el vacío dejado por la ausencia de iniciativa política del presidente Aznar.

El líder socialista dejó claro que no está de acuerdo con Ibarretxe, 'porque primero es la libertad y la vida'. Pero destacó que, en cualquier caso, Cataluña está vitalmente interesada en la resolución de este problema e invitó a Pujol a definirse sobre la propuesta de Ibarretxe: 'Yo estoy en contra, y Josep Lluís Carod a favor'. Pujol no respondió al emplazamiento de Maragall, y suscribió una de las afirmaciones del líder socialista -la de que Aznar es un presidente 'que no habla con nadie'-. 'Eso lleva las cosas a una cierta radicalización', agregó. En esta línea, Pujol recordó que CiU ha tenido siempre una gran comprensión hacia el nacionalismo democrático vasco -'por el que pasa cualquier solución en el País Vasco- y también hacia todos los ministros de Interior, 'incluso cuando el problema de los GAL', dijo el presidente de la Generalitat.

Final 'gris y triste'

El discurso de Maragall había comenzado con un reconocimiento para Pujol, de quien dijo que 'como sus antecesores Macià, Companys y Tarradellas, ha honrado y engrandecido la Presidencia de la Generalitat'. Pero la pérdida de impulso tras tantos años de gobernar, y condicionantes políticos de esta legislatura, en la que el Gobierno de CiU se encuentra en una muy precaria minoría, le están deparando un final 'gris y triste', atado al PP y sin ánimo para abordar los problemas de fondo.

A ello se suma la 'patrimonialización de la sociedad civil', 'los negocios realizados a la sombra de la Administración' y 'la voluntad de controlar la sociedad civil, ya sean las cajas de ahorros o los clubes de fútbol', a juicio de un Maragall, que razonó su petición de anticipar las elecciones en base a que Cataluña no puede permitirse esa 'lenta agonía artificial' en un momento en que necesita imperiosamente tomar la iniciativa política para salir del punto muerto en que se halla el desarrollo del modelo constitucional.

Pujol siguió la táctica de despreciar reiteradamente a su rival, como hizo ya cuando el líder socialista le presentó una moción de censura, en otoño de 2001. Ayer lo intentó por la vía de no entrar a fondo en el debate.

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