Disciplina, costes, credibilidad
La economía española ha protagonizado en los últimos años una expansión que ha llevado su tasa de crecimiento por encima de lo que se considera su tasa potencial, situada en torno al 3,5%. La política económica aplicada ha aprovechado esta circunstancia para alcanzar el déficit cero, previsto para 2003. Un ciclo de fuerte crecimiento, pues, se ha requerido para domeñar las cuentas públicas. Ahora, el Ejecutivo sostiene que con tasas menores de crecimiento como las que se avecinan se puede mantener el déficit cero sólo si se tiene voluntad.
Los economistas del banco de inversión Morgan Stanley han advertido desde agosto pasado que el calendario pactado cada año por la Comisión con los países de la zona euro para cumplir los programas de estabilidad (déficit cero en 2004) estaba en la cuerda floja. Estos planes fueron diseñados cuando las expectativas de crecimiento estaban por encima del potencial. Pero, si la economía se desacelera tanto, como ocurre ya en Alemania, Francia e Italia, las arcas públicas pierden ingresos. Las empresas ganan menos, el tráfico comercial se estanca o merma, lo que supone menores pagos a Hacienda; al mismo tiempo, el mayor número de parados exige más gasto, ya que se incrementan las subvenciones. En este contexto, alcanzar el déficit cero supone reducir más el gasto público. El riesgo: ahogar la débil recuperación.
Los economistas suelen considerar que es bueno mantener los plazos por una cuestión de credibilidad. Pero el coste a pagar por mantener la disciplina podría ser mayor. El ministro Rato ha roto este esquema. Cree que la disciplina no tiene coste y que se logra también el beneficio de la credibilidad.
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