_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Invisible

Juan José Millás

Aznar ha regalado a su sucesor un sueño universal de la infancia: el de ser invisible para ver cómo se desnuda la vecina (en este caso, cómo se desnuda el cuerpo electoral). Los niños y los políticos (aunque no todos, por fortuna) asocian invisibilidad a impunidad. El hombre invisible del PP vigila, pues, impunemente al cuerpo electoral y se excita viéndole entrar o salir de la ducha. Al tiempo de excitarse, estudia sus reacciones ante acontecimientos como el enlace Agag-Aznar (perdón por la cacofonía), cuya celebración coincidió, por cierto, con un aumento alarmante de la delincuencia, y controla la tensión sanguínea de las encuestas frente a la grosería verbal de los primeros mítines. Se esconde, en fin, detrás de cada uno de nosotros y nos sube la falda o el recibo de la luz, o nos pellizca el culo para medir nuestra paciencia.

Entre tanto, ahí está Rodríguez Zapatero, en el centro del ring. No tiene una izquierda demoledora desde luego (¿quién la tiene?), pero podría ganar a los puntos en un combate limpio. Quizá Aznar le ha puesto un adversario incorpóreo para que se desgaste dando golpes al aire. No es la primera vez que utiliza ese truco: él mismo fue invisible hasta que la situación se adaptó a su tamaño. Es cierto que la invisibilidad deja secuelas psíquicas, pero una vez en Moncloa puedes desquitarte de mil modos. Aznar no ha hecho otra cosa que vengarse de aquella época: vean, si no, los reportajes de la 'boda del siglo', o la fotografía en la que sus pies hablan de tú a tú con los de Bush sobre una mesa de café. Pero si lo que te molesta es tu insignificancia intelectual, pueden convertirte en un experto en Cernuda con sólo chasquear los dedos. No hay límites.

Ahora bien, segundas partes nunca fueron buenas. Hoy sabemos que la invisibilidad del candidato forma parte de un plan, de modo que cuando el sucesor se manifieste y conozcamos su cara, quizá no podamos soportar la idea de que nos haya visto desnudos. Imaginen, por poner un ejemplo cruel, que el mirón sea Cascos. ¿No les da horror imaginar la mirada de ese hombre al otro lado del ojo de la cerradura, estudiándonos detenidamente para hacer un programa electoral adaptado a nuestro lado más mezquino?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_