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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Señor Ruiz-Gallardón

Soy una madre, de tantas que vivimos en un pueblo del sur de Madrid, Ciempozuelos; no sé si le sonará, supongo que sí, pues usted ha estado aquí no hace mucho. El motivo de mi carta es el de recordarle que 'existimos', igual que los de Teruel, es decir, que vivimos aquí y que tenemos hijos que van al colegio... público, por supuesto, porque aquí no tenemos la suerte de tener ningún colegio concertado inflado de dinero, como el caso del de nuestros vecinos de Valdemoro, que poseen colegios como el Lagomar, con dotaciones tan extraordinarias como piscina cubierta.

Nosotros, sabe usted, tenemos tres colegios públicos, y ninguno de los tres tiene gimnasio; alguno de ellos, como el colegio público Ventura Rodríguez, lleva ocho años pidiéndolo; pero eso casi es lo de menos, la falta de dotación es casi 'tercermundista'; fíjese, mi hijo, de cuatro años, ha ingresado en un aula 'extra', o sea, tres aulas por ciclo (esto pasa en más ciclos), en colegios preparados para dos, donde no había ni colchoneta para sentarse, el aula parecía una sala quirúrgica, no tenía ni un triste juguete... En fin, acorde con el ciclo en el que ingresa, '2º de preescolar', donde los niños 'juegan aprendiendo'... Los sufridores vecinos de Ciempozuelos que apostamos por la educación pública (junto con los emigrantes, que son los únicos que ocuparán estos colegios dentro de unos años, porque ya se encargan ustedes de cargarse el sistema público), estamos hartos de esperar el otro colegio de primaria, y no hablemos del instituto de secundaria, donde están 900 alumnos en un edificio equipado para 500...; de los parques prefiero no hablar, ocuparía toda la sección de Madrid, pero le adelanto que también nos desplazamos a Valdemoro, para poder ir a un parque 'decente', ya sabe, con zonas verdes, muchos columpios, pista para andar en bici... y hasta patos. ¡Qué lujo!.. Eso sí, en fiestas patronales no escatimamos, de eso ya se encarga nuestro alcalde, de su partido, don Fernando Vergara, que no falte nada... Y luego eso, ¡nada de nada!.., y sus hijos tienen sus colegios colchonetas, libros, gimnasio... ¡Jo, qué suerte!- Beatriz Muñoz Calleja Ciempozuelos.

La Cibeles

Estoy absolutamente indignada contra el último atentado a la Cibeles. Esto, no cabe duda, lo favorece la impunidad legal y la falta de sensibilidad de nuestros poderes públicos, aparte de la importancia que dan al fútbol en los medios de comunicación con extensísimas informaciones y entrevistas que a veces exceden de las páginas que cualquier sección deportiva puede soportar.

Sin embargo, ese enorme atentado algunos titulares lo denominan Historia de una diosa con mala suerte. ¡Qué frivolidad!, porque no es mala suerte, es el resultado de una agresión tras otra por un grupo de vándalos, incluidos futbolistas, que les permiten encaramarse hasta la cabeza de la diosa para festejar acontecimientos que deberían celebrarse en sus campos de fútbol. Está claro que esta opción no la han contemplado sus presidentes, ya que el césped del campo puede ser agredido y destrozado. Exactamente lo mismo hay que conservar nuestros monumentos nacionales, porque, al contrario que el campo de fútbol, es de todos los ciudadanos y buena parte de ellos no queremos que se destruyan Y por si no encuentran la fórmula para evitar estos actos vandálicos, les puedo sugerir una: prohibir hacer manifestaciones en la Cibeles y, en caso contrario, clausurar el estadio de fútbol.- Rita Bailón Gijón. Madrid.

Insensatez

La insensata carrera en Madrid entre un campeón de atletismo y un autobús de la EMT demuestra dos cosas: primero, que los responsables, por llamarles así, en vez de procurar soluciones prácticas al tráfico, sólo intentan distraernos y decir que hacen algo sin hacer nada (bueno). Segundo, que el fracaso, esa carrera también, del autobús de la EMT, a pesar de haberse buscado un terreno tan favorable para él como lo es la Castellana, fracaso atribuido a la subida y bajada de tantos viajeros, prueba una vez más el tremendo error que constituye su tremendo tamaño, que hace el recorrido en más tiempo y obliga a esperar más tiempo en las paradas. En otros países el transporte es más rápido mediante pequeñas camionetas o taxis colectivos que aquí esos 'responsables' nunca querrán poner a competir con sus mastodónticos autobuses actuales, que tanto perjudican el tráfico y el bolsillo de todos los ciudadanos, en beneficio de unos pocos aprovechados.

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