Pierrick Sorin convierte Caixafòrum en el taller de un videoartista

El francés Pierrick Sorin se ha montado un apartamento de ensueño, y gratis. Durante tres meses será un okupa de Caixafòrum, el nuevo centro cultural de la Fundación La Caixa en Barcelona.

Sorin es un videoartista que cuenta así la génesis del proyecto: 'Al principio quería crear el apartamento que un coleccionista de vídeo desearía para acoger sus obras. Desarrollando el trabajo, el espacio ha tomado la forma de un piso de artista y finalmente, para evitar que tuviese un aspecto demasiado teatral, he intentado simplemente que cada cuarto mantuviese una relación con la vida real'.

Lo primero que se encuentra son 32 monitores con otros tantos retratos animados de personas de diferente raza, sexo y edad, cuyos ojos han sido manipulados digitalmente para parecer desorbitados y extremadamente móviles, ávidos de devorar las imágenes que les rodean.

Sus labios también abultados 'por el ansia de engullir cultura' van repitiendo como un mantra la frase que da título a la pieza It's really nice, 'las palabras emblemáticas del vacío de todas las inauguraciones de exposiciones de arte del planeta', dice Sorin.

Más allá está el hombre que ha perdido sus llaves y las busca como quien espera encontrar el sentido de la vida, mientras que en un acuario tres personajes bailan entre inmutables peces rojos.

En la sala de estar se encuentra un conjunto de proyecciones y objetos reales que genera situaciones sorprendentes. Un minúsculo Sorin corre sin parar sobre un viejo tocadiscos tendiendo de vez en cuando las manos hacia el público en un vano intento de relación imposible.

El poder de la imagen

'En una pared se proyecta a un hombre que da golpecitos sobre un micrófono como en una pieza de música experimental de la década de 1960. El sonido sale de los platos de la mesa, lo que hace brincar las perlas japonesas que éstos contienen. Es una forma de llamar la atención sobre el poder de las imágenes', explica Sorin.

El artista francés, disfrazado de mil maneras, resulta ser el protagonista de la gran mayoría de sus vídeos. Por ejemplo, en Nantes, interpreta tanto al entrevistador como a los jóvenes que presentan sus espectaculares y, en ocasiones, delirantes obras digitales.

Cuando el espectador se acerca a la ventana del lavabo descubre con asombro que, gracias a una cámara escondida y un sistema de espejos, es su rostro el que aparece en el agua de la bañera. 'Así el espectador, convertido en protagonista de la pieza, desde su baño caliente mira embobado un verdadero televisor donde un juglar le entretiene con bromas. Es mi forma de invitar a rehusar el consumo pasivo de la cultura', afirma Sorin.

Finalmente desvela todas sus magias en el último cuarto: el taller. 'Percibo una cierta frustración por parte del público delante de obras que son comprensibles sólo conociendo su proceso de ejecución y, una vez expuestas, éste ya no es accesible. Sólo cuando se entiende lo sencillo de la tecnología se aprecia su lado poético'.