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Entrevista:DAVID DELFÍN | Diseñador de moda

"Yo creo que no me entienden"

A sus 31 años, habla a veces en plural, no por un tic pontificio, sino porque considera que 'David Delfín somos cinco: los tres hermanos Postigo, Bimba Bosé y yo'. Los cinco forman un entramado de novios, empresarios, jefa de prensa, diseñadores y amigos. Dice que sus colegas le llaman Madonna, 'por todo lo que ha pasado con ella'.

Pregunta. Vaya pollo que ha montado en la Pasarela Cibeles, vendando y encapuchando a las modelos.

Respuesta. No fue mi intención. Sí queríamos que fuera una cosa teatral e inquietante, pero no esto que ha sucedido.

P. Publicitariamente, le ha venido al pelo.

R. No sabemos si nos favorece o nos perjudica. En principio era la opinión de la prensa. Pero nos asustamos cuando PP, PSOE y las Mujeres Progresistas dijeron que había que hacernos boicoteo.

P. ¿Quién se ha pasado en la interpretación?

R. Quizá la sociedad estaba muy sensibilizada con el 11 de septiembre, y ha visto cosas donde no las hay, burkas o malos tratos. Pero la prensa tuvo antes su dossier, con todas las referencias a Magritte y a Buñuel.

P. ¿Qué perversiones esconde su gusto por las momias?

R. Si hay que hacer una interpretación, será porque con tres años me partí el brazo y me hicieron cuatro o cinco operaciones. Siempre he sido un niño travieso, muy de escayolas y de vendajes.

P. Ideal de discreta la banda sonora del desfile, con orgasmos, cadenas y crujidos.

R. Quisimos hacer la banda sonora de un sueño. Hemos consultado, y el 80% de los sueños tienen mucha carga sexual.

P. Y luego las sogas al cuello, y el crucifijo colocado donde yo le diga.

R. No somos tan desmedidos. Yo avisé de que iban a ver a más de una Viridiana y a más de una Belle de jour.

P. ¿Adónde voy yo con el modelito de los vendajes?

R. A una cena importante o al estreno de una película. Es para una fecha especial.

P. Ventaja de su colección: cuantas más vendas, más se ocultan los michelines.

R. Pues mira, no lo había pensado, y quizá sí. A modo de corsé.

P. ¿No debería pagar derechos de autor a los faraones?

R. Pues yo creo que no, que ya he pagado suficiente [ríe].

P. Al cierre de Cibeles, los diseñadores fueron invitados por los Aznar. ¿Qué tal se cena en La Moncloa?

R. Ni bien ni mal. Sin tirar cohetes. El primer plato, una ensalada con chipirones y calamares, no tuvo mucho éxito. El segundo era un confit de pato que estaba rico, aunque yo no soy muy de carne.

P. ¿Cómo viste Ana Botella?

R. ... A veces un silencio también puede ser una contestación.

P. ¿Usted es todo surrealismo?

R. Esta colección, sí. Cojo la esencia, el concepto de una temática. La anterior fue sobre la Bauhaus.

P. 'Mi confusión es querer llevar la cultura a la moda'. ¿Es un incomprendido, o su reino no es de este mundo?

R. Yo creo que no me entienden. Con lo facilita que era la referencia, y no la quisieron ver.

P. ¿Disfruta más como diseñador o como pintor?

R. Yo disfruto trabajando. El trabajo es salud, y estoy haciendo lo que me gusta. Si leo o voy al cine, estoy trabajando.

P. ¿Para tener 31 años, no va como una moto?

R. Sí, pero esto es un proyecto a largo plazo, y me centro en hacer bien mi trabajo día a día. Quiero y sé que voy a vivir mucho. A los cien años llego seguro, porque tengo muchas ganas. Y nos gusta hacer cosas interesantes, no simplemente ropa mona.

P. ¿Cree en el sentido del humor como terapia?

R. Es lo mejor para todo: para las relaciones familiares, de pareja, de trabajo.

P. ¿Perdona la infidelidad?

R. Sí. Y de hecho la he perdonado. Nada es definitivo, y el amor lo cura todo.

P. ¿Le han puesto muchos cuernos?

R. No, muchos no.

P. ¿Qué le enrolla?

R. Dos ron cola, Caetano Veloso, estar con mis amigos, ir a Marbella a ver a mi familia.

P. ¿Con qué se aburre?

R. Con la intolerancia, la hipocresía, el sensacionalismo, la política.

P. ¿Qué quiere ser de mayor?

R. Diseñador. Pero según mi concepto, de moda y cultura. Querría llegar a ser como Balenciaga.

P. No lleva usted mucha pinta.

R. Balenciaga por lo que trasciende, como maestro y punto de referencia. Mi ropa no se parece ni se parecerá nunca a la suya.

P. Volviendo a las vendas. ¿Los farmacéuticos deberían ponerle un piso?

R. Pues la verdad es que no sería mala idea. Me han ayudado mucho, dándome direcciones de proveedores.

P. ¿Se contendrá de cara a la próxima colección?

R. En un principio lo pensé. Pero luego dije: ¡qué coño me voy a contener! Estamos en el año 2002, y no es un siglo para la represión, sino para la libertad de expresión y de creatividad.

David Delfín, en su estudio madrileño.
David Delfín, en su estudio madrileño.LUIS MAGÁN

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