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Reportaje:REPORTAJE

Un Porto Alegre manchego

Patricia Ortega Dolz

Cuando Manuel Pérez Castell se implicó en el movimiento vecinal del barrio Parque de Lisboa, en Alcorcón (Madrid), una de sus primeras residencias, nunca pensó que terminaría siendo alcalde de Albacete y que uno de los ejes de su política sería potenciar la participación ciudadana y profundizar así en el funcionamiento del sistema democrático. Pues bien, así fue y la ciudad castellano-manchega forma parte del Foro Europeo de los Presupuestos Paticipativos. Albacete es hoy otro Porto Alegre, la ciudad brasileña pionera en esa experiencia política.

Quién lo iba a decir de Albacete, siempre asociada a dichos que invitaban a pasar por esos llanos manchegos con cierta celeridad. Ahora las cosas parecen estar cambiando. 'Ha dejado de ser una ciudad de tránsito para convertirse en una ciudad de estancia', dice el presidente regional de Castilla-La Mancha, José Bono, albaceteño nacido en Salobre, un pueblo de la sierra de Alcaraz. 'Es la ciudad con mayor número de habitantes de Castilla-La Mancha. Se ha convertido en un polo de atracción, a dos horas de Madrid y hora y media de Valencia. En 10 años ha crecido en 30.000 habitantes, más que ninguna otra ciudad española, y genera el 30% del PIB de la región', asegura.

Quien aprueba el presupuesto es el Pleno municipal, 'pero a ver quién se atreve a no aprobarlo cuando va avalado por gran parte de la ciudadanía'
El alcalde ha creado un foro municipal bajo el nombre de Pleno de la Participación. En octubre se celebrará el tercero, con la presencia de 468 colectivos

Lo cierto es que en Albacete, donde la media de edad de la población es 33 años, viven hoy cerca de 160.000 personas (el 10% de toda Castilla-La Mancha) en los 22 barrios y 10 pedanías en las que se divide la ciudad . Y su alcalde, un socialista de 54 años, albaceteño y doctorado en Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, está empeñado en acercar la política a los vecinos porque está convecido de que 'la política, o es personalizada o no es nada'.

Tanto es así, que ha creado un foro municipal bajo el nombre de Pleno de la Participación. En octubre es el próximo. Será la tercera vez que los albaceteños, a través de las 468 asociaciones y colectivos que existen en la ciudad y sus representantes, gestionen parte del presupuesto municipal y valoren, negocien y supervisen las partidas del mismo destinadas a las distintas áreas (trabajo, medio ambiente, urbanismo...). 'Hasta el momento han gestionado directamente el 10% de un presupuesto consolidado de 150 millones de euros, pero la idea es que acaben participando en la gestión del 100% de los presupuestos', dice Pérez Castell, que vive con entusiasmo su iniciativa.

Imagínense cómo estarán los humos en la oposición -12 concejales del PP y 2 de IU, frente a los 13 del PSOE- que Carmen Bayod, la portavoz del PP en el consistorio, ha versionado un célebre lema del despotismo ilustrado y no cesa de repetir que es la aplicación que ha hecho este alcalde de las ideas de Porto Alegre: 'Todo para el pueblo, pero sin los concejales de la oposición'. Bayod se queja de que 'ahora cualquier cosa que se hace, se dice que ha sido a petición de los vecinos'. No obstante, los ediles de la oposición también intervienen en el Pleno de la Participación.

'Estaba en una nube. Yo, un inmigrante, un ciudadano cualquiera. Yo, peón de la limpieza, que hasta hace poco barría las calles... Y, de pronto, me encuentro debatiendo los presupuestos junto al resto de los representantes y dirigentes locales. Para mí es algo tremendo, increible'. El que habla es Mustaphá Taarjy, representante de los inmigrantes de Albacete. Taarjy es un atleta marroquí, corredor de medio fondo, que vino a España a competir y se casó con una albaceteña, tuvo un hijo y se sacó el título de entrenador de fútbol, su actual dedicación. 'Estoy entusiasmado. Vengo de un país en el que deseamos que se implante un sistema democrático porque las desigualdades son inmensas y ahora vivo en un lugar en el que me preguntan sobre mis problemas y dificultades', añade.

Un revulsivo

Pero él no es el único que está emocionado: 'Ha sido un revulsivo para el movimiento asociativo. Estamos comenzando un proyecto nuevo e ilusionante en el que empezamos a sentirnos protagonistas', dice José María Roncero, presidente de la Unión de Consumidores de Albacete. 'Es algo que nadie podía soñar, teniendo en cuenta que en nuestra democracia sólo se reclama la participación del ciudadano cada cuatro años, y sólo para ir a las urnas. En Albacete estamos asistiendo al inicio de la democracia participativa frente a la representativa', agrega este hombre, mecánico de profesión y liberado tras la constitución de la asociación que preside.

'Por ejemplo, una de las plazas que estaba previsto hacer no se ha llevado a a cabo hasta que la junta de barrio no ha decidido cómo quería que se hiciera. Y ahí está', concreta Miguel Berrio, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Albacete. 'Estamos empezando a nadar. Es algo sorprendente. Yo no conozco a ningún alcalde que haya tenido el valor de decirle a sus ciudadanos: 'Éstos son mis presupuestos y vosotros los vais a gobernar', dice.

En última instancia, quien aprueba el presupuesto es el Pleno del Ayuntamiento, 'pero a ver quién se atreve a no aprobarlo cuando va avalado por gran parte de la ciudadanía', comenta un militante socialista, que recuerda las nuevas instalaciones, como el Teatro Circo, el Palacio de Congresos, la Universidad de Medicina, el AVE, el carril-bici... 'El PSOE asume como proyectos suyos los que salen del pleno de la participación. Ése es su compromiso. El resultado del mismo, el tiempo lo dirá'.

El orgullo de ser cuchillero

SE PASA LA VIDA rodeado de cuchillos. Su padre, albaceteño como él, fue cuchillero, y su abuelo y su bisabuelo. Roberto Arcos tiene una de las mayores industrias de cuchillos de Albacete, donde se fabrican más de 60.000 piezas diarias. No es casualidad que a la entrada de esta ciudad manchega pueda leerse: 'Albacete, ciudad de la cuchillería'. Se exportan 36 millones de euros al año en navajas y 2.000 familias viven de esta industria. La elaboración de estas afiladas herramientas se remonta por lo menos cuatro generaciones atrás. Cuando acababa el trabajo en el campo y arreciaba el frío invernal, multitud de familias trabajaban en sus casas con forjas y yunques y fabricaban herramientas, principalmente navajas, para vender en los mercados y las ferias. En Albacete había una importante feria de ganado, que concentraba a multitud de comerciantes de toda la Península. De allí proviene la actual feria, que sigue durando 10 días y que se celebra en el mismo recinto que la primera. Todavía en pie y con forma de sartén. Se empezaron fabricando navajas, porque era la herramienta más útil para trabajar en el campo y con el ganado. Cuando se produjo el éxodo a las grandes ciudades y la gente abandonó los campos cambiaron las navajas por utensilios para la cocina, como cuchillos o hachas. Y, con la llegada de las máquinas, se pasó de la artesanía a la industria. Hoy se hacen cuchillos como churros, con diseños por ordenador y en máquinas que cuestan millones de euros. Por eso los albaceteños no olvidan una de sus señas de identidad. Todos llevan una navaja encima. Normalmente regalada por alguien a cambio de una moneda. Porque cuenta la leyenda que la moneda es la que evita que se corte la amistad. No sólo no olvidan, sino que se sienten orgullosos de su relación con la cuchillería. Hace tres años se puso en marcha la Escuela de Cuchillería, de la que salen 90 jóvenes anualmente listos para insertarse en un mercado emergente, y en breve podrá visitarse el Museo de la Cuchillería.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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