Un paseo de sueños cerca del mar
El Boulevard of Broken Dreams deleita con sus simpáticas propuestas escénicas
Barcelona Arts de Carrer arrancó el viernes. Poco a poco, se fue dejando ver un público aún perezoso que, a las siete de la tarde, deambulaba escaso por el Boulevard of Broken Dreams, en el Moll de la Barceloneta, pese a que éste llevaba ya un par de horas abierto. A las puertas de las barracas, los artistas publicitaban a viva voz y casi en el desierto sus espectáculos. Ya de madrugada, el universo abigarrado del Boulevard se llenó de público, que disfrutó con las propuestas simpáticas de los artistas allí reunidos.
El primer espectáculo gratuito de calle fue, a las nueve, en el Moll de la Fusta, Amor Diesel, de Sol Picó y La Viuda, que entusiasmó a los espectadores por la originalidad de la propuesta, con la danza amenazadora de tres grandes máquinas excavadoras con las que coquetean tres frágiles bailarinas. Pakonstein, de Discípulos de Morales, resultó más convencional, menos lírico. Se trata de una recreación cómico-callejera del mito de Frankenstein en la que lo más interesante es, sin duda, el gran pelele mecánico, monstruo resucitado de la muerte, que avanza torpemente para cumplir su destino terrible.
Casi a las once de la noche se presentó Els Drakoi, de Avalot y Al Víctor, un espectáculo irregular pero lleno de aciertos visuales. La irregularidad se produjo en el momento en que Avalot se empeñó en hacer teatro casi a la italiana, lo que cortó el ritmo que ya había alcanzado en su primer encuentro con el público, en el que grandes máscaras con la boca articulada y dos cocodrilos timbaleros se abrieron paso entre los espectadores convocados en La Rambla. Lo mejor, cuando Els Drakoi combina el humo, la pirotecnia, los hinchables de Al Víctor y las máquinas sobre las que sucede la acción que narra el rapto de una mujer que será devorada por un dragón. El espectáculo es visualmente hermoso.
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