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Crítica:ESCAPARATE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Las raíces ideológicas de Bin Laden

Al abatir las Torres Gemelas, Bin Laden y los suyos decapitaron simbólicamente a Estados Unidos. Fue, señala Antonio Elorza en Umma. El integrismo en el islam, una manifestación de 'la obsesión wahabí por suprimir las obras humanas que, por elevarse hacia el cielo, pudiesen evocar una rivalidad con Alá'. El comentario es acertado. Aunque la mayoría de la humanidad escuchara por primera vez el nombre de Bin Laden el 11-S de 2001, él y, sobre todo, su ideología tienen hondas raíces.

A las profundas conexiones de Bin Laden con el wahabismo saudí, el conjunto del integrismo musulmán contemporáneo y una lectura centenaria del islam consagra su última obra el catedrático de Pensamiento Político de la Complutense. Entre las novedades sobre el 11-S se agradece un libro como éste, que intenta escarbar en lo que Bin Laden y los suyos tienen en la cabeza. Y lo que tienen es un sueño o pesadilla que, aceptando la ciencia y tecnología actuales, resucitaría un mítico y dorado pasado musulmán, donde religión y política eran una sola y misma cosa y en la que los creyentes seguían los principios y las reglas de Alá.

UMMA. EL INTEGRISMO EN EL ISLAM

Antonio Elorza Alianza. Madrid, 2002 416 páginas. 9,40 euros

Para salir al paso de los profetas de una nueva cruzada occidental contra el 'moro', por cuya injusta y peligrosa senda parecen caminar Bush, Sharon y Aznar, muchos especialistas han subrayado que no cabe confundir el todo con la parte, que el integrismo, islamismo o fundamentalismo no es todo el islam. Caben, en efecto, muchas lecturas y vivencias del islam moderadas, nada agresivas, meramente piadosas e incluso partidarias del laicismo, la igualdad de las mujeres y la democracia. Pero a veces la voluntad de atajar un posible pogromo universal contra los musulmanes lleva a algunos bienintencionados a negar la realidad del integrismo y de su parcial legitimidad doctrinal.

Elorza no es de estos últimos. 'El integrismo hunde sus raíces en una determinada lectura de los textos sagrados que le permite reivindicar su ortodoxia', escribe. El catedrático sustenta su tesis repasando esa lectura de los textos sagrados desde el nacimiento del islam hasta Bin Laden, deteniéndose muy especialmente en Ben Taymiyya, un teólogo ortodoxo que escribió en torno al año 1300 de la era cristiana y que, en línea con la idea de los islamistas políticos actuales de que 'es imprescindible mirar una y otra vez hacia atrás', es muy citado hoy día. La idea clave de esa corriente es que el islam es al mismo tiempo religión y política. Y su corolario es que, desde las conquistas de los mongoles hasta las actuales agresiones israelíes y occidentales, pasando por el hundimiento del califato, todos los grandes momentos de decadencia islámica han tenido su causa en que los creyentes, y sobre todo sus gobernantes, se han apartado de lo dispuesto por Alá en el Corán.

Elorza analiza las bases de los dos grandes integrismos institucionales de nuestros días -el wahabismo de Arabia Saudí, de origen suní, y el Gobierno de los ayatolás en Irán, de origen shií- y dedica también amplio espacio al nacimiento en Egipto de la Cofradía de los Hermanos Musulmanes, a su desarrollo por toda la 'umma' y a sus dos principales pensadores: Hassan el Banna y Sayyid Qutb. Pero se echan de menos a lo largo de todo su libro reflexiones de más calado sobre el papel de catalizador del integrismo contemporáneo que han tenido agresivas incursiones de Occidente en el mundo musulmán, desde el colonialismo decimonónico de ingleses y franceses hasta la creación del Estado de Israel y el despojo de los palestinos, pasando por la implantación estadounidense en el golfo Pérsico.

En una de esas incursiones, el apoyo de Estados Unidos a los muyahidin afganos que luchaban contra la invasión soviética, se produjo el fatal encuentro entre el egipcio Al Zawahiri y el saudí Bin Laden. Fueron los esponsales del pensamiento de los Hermanos Musulmanes con el wahabismo, el polvo ideológico que se convirtió en el lodo del 11-S. En esto, la CIA hizo de Celestina y aprendiz de brujo.

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