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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El 'palais' del 'sushi'

Extrañamente, el Palais de Tokyo tiene más turistas japoneses que el Museo de Arte Moderno de la Villa de París. Los dos edificios son adyacentes, sin embargo, la ligereza del primero domeña la impetuosidad del segundo. Nada hay en él que insista en recordarnos que el visitante entra en la perseverante estética palaciega, ni sus signos son recuperaciones ideológicas del sistema nipón. Así, los turistas caminan entre una especie de oxímoron museístico, el 'Mu' budista (el vacío), un lugar donde opera un cierto estremecimiento de la realidad hasta su vacío insustituible.

Ésta es la cualidad más amable del espacio concebido por Nicolas Bourriaud y Jérôme Sans, defensores de la llamada 'estética relacional', un movimiento artístico que sugiere que el arte no es el lugar ficticio y de evasión que entendía la vieja tradición, sino un medio para encontrar de nuevo la realidad, en donde las acciones cotidianas ocupan el 'lugar sagrado' del proyecto creativo.

De los techos caen cables, se advierten tuberías, desconchados y un desorden un tanto deliberado

No encontraremos en el Palais de Tokyo obras de Yoko Ono, ni del guttai Jiro Yoshihara, ni del joven Takehito Koganezawa, cuyo trabajo en la Manifesta de Francfort le llevó a aclarar que su arte era como el agujero de un 'donut' -visible por y a pesar del donut-, una preciosa metáfora que se equipara a Tokio, la ciudad que posee un centro bien definido aunque vacío y que obliga al transeúnte a un perpetuo desvío. Lo importante en el palais es lo que acontece, lo que permite olvidarnos de los viejos principios de valor y de verdad. Recientemente, Martí Perán puso en práctica esta tesis en una muestra en el Espai d'Art Contemporani de Castelló (EACC): 'Cuando la impertinente pareja Deleuze-Guattari se pregunta, '¿qué lugar ocupa la vida en el interior del acontecimiento?', no duda en contestar que allí, felizmente, la vida aparece como plusvalía. Es la economía del deseo, la vida como experiencia que por su naturaleza sólo admite ser vertida y consumida al modo de esa bella idea de dépense formulada por Bataille'. El Palais de Tokyo adquiere así su sentido, aunque nada, y menos en el arte, resulta finalmente infalible. De ahí que los guiris de ojos a flor de piel no salgan hechizados por el carácter provisional de este palacio, más cercano a una estética blade runner que a una casa japonesa donde todo es reversible. Todos sabemos que la patria siempre está en otro lugar.

De los techos caen cables, se advierten tuberías, desconchados y un desorden un tanto deliberado. Los espacios o están cerrados o están equívocamente abiertos. Como un hábitat mallarmeano, todo está a la vista pero encuadrado en un vacío donde cualquier sublimación es sustraída. Uno puede confundir el mobiliario ordinario de una instalación con el efecto que le produce la casa de un amigo que ha visitado en un país árabe. Y no pasa nada. Porque de eso se trata.

Desde el pasado 19 de enero, en que este palais estilo sushi se inauguró con horario poco habitual -'de doce a doce'-, sus directores han buscado la seducción de la cultura 'glocal'. Los arquitectos Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal se han inspirado en la plaza de Djemaa el.Fna de Marraquech para crear una especie de bazar por donde el visitante, artistas y obras pueden discurrir libremente. Virginie Barré, Jun'ya Yamaide, Mélik Ohaniamm Navin Rawachaikul, Monica Bonvicini o Meschac Gaba (con su Museo de Arte Contemporáneo Africano) son algunos de los nombres que han desfilado por la sección Le Salon. De la programación de la plataforma Le Stand se ha hecho cargo temporalmente el equipo editorial del periódico +3301; mientras, La Plateforme ofrece un fórum abierto para los artistas de la escena artística parisiense. También se muestran producciones de grupos: Tokyo TV, Tokyo Book, Tokyo Web y Tokyorama.

Paralelamente a la apertura del Palais de Tokyo, París abundaba en la idea apologética de lo real como 'lo que acontece' en otro espacio para el arte contemporáneo: Le Plateau, en el decimonoveno arrondissement, un centro comisariado por el artista Éric Corne y el director del Fonds Régional d'Art Contemporain (FRAC) de París, Bernard Goy. Los 6.400 metros cuadrados de espacio expositivo sirven para exhibir proyectos y los fondos del FRAC. Su inspirador, Robert Filliou, regaló a Corne este eslogan: 'L'art est ce qui rend la vie plus intéressante que l'art' (el arte es lo que hace que la vida sea más interesante que el arte).

Volvamos al Tokyo, con sus obras tan poco 'guisadas'. En él hay un sentido diferente al occidental del predador que elabora y pincha el alimento. Como con los palillos, aquí el visitante 'pellizca' el arte, lo experimenta sin violencia. No existe la pulcritud, la finura, el toque y el efecto de los platos crudos que son la divinidad de la gastronomía japonesa.

Un ejemplo. Al espectador se

le invita a descalzarse en un acto ritual para contemplar un pequeño objeto encerrado en una urna. Se saca los zapatos, aparta un cortinaje de terciopelo negro que ayuda a hacer más opaco el tránsito hacia una habitación oscura y se prepara para la experiencia estética. Lo que encuentra es, de nuevo, el 'Mu' en forma de cerilla. Una cerilla que rompe el infinito vicioso del arte. Y ahí permanece, frente a ella, porque la cerilla consigue que su vida sea más interesante que ella.

'Esto no es una cerilla. Esto no es una obra de arte'. De nuevo, el Zen en su guerra contra la prevaricación del sentido. Y también la combinatoria duchamp-magritteana que Marcel Broodthaers llevó a su Museo Ficticio de Arte Moderno (1968), sólo que la cerilla se muestra en un plano de representación ridículamente elemental. La lista de 266 águilas que el artista belga elaboró tenía el interés de poner en cuestión el sistema discursivo de los museos y sus colecciones. En el Palais de Tokyo, la cerilla se ha des-integrado del 'sistema' real y se ofrece como reclamo de una acción, la de observar la urna. Por cierto, ¿alguien tiene fuego?

Palais de Tokyo. Avenue du Président Wilson, 13. París. www.palaisdetokyo.com. Frac Ile de France-Le Plateau. Rue des Alouettes, 33. París.

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