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NEUROLOGÍA | Investigación en órbita

Detectadas alteraciones cerebrales en ratas que viajaron al espacio

L a mitad de las casi 200 ratas que fueron embarcadas en el transbordador espacial Columbia, en la misión Neurolab, el 17 de abril de 1998, murieron al cabo de una semana de vuelo, y eran precisamente las jóvenes, los animales de ocho días de edad en los que los científicos querían estudiar el efecto de dos semanas en órbita en el desarrollo. Se perdieron aquellos experimentos, parte importante de la misión, en la que participaron 26 equipos científicos. Sin embargo, unas cuantas ratas de otro estudio, que tenían ya 14 días cuando salieron de la Tierra, sobrevivieron, y los científicos pudieron analizarlas. Entre estos afortunados están los españoles Javier de Felipe y Luis Miguel García Segura, del Instituto Cajal (CSIC), que han presentado ahora los resultados de sus trabajos sobre el desarrollo posnatal de aquellas ratas.

Las condiciones de vuelo espacial fueron la causa, según los científicos españoles

Las 11 ratas, que partieron con 14 días y regresaron con 30, sufrieron alteraciones permanentes en el cerebro, en los circuitos sinápticos corticales, con modificaciones en el procesamiento de información cortical después de un vuelo. Además, las ratas astronautas mostraron cambios hormonales: en el caso de las neuronas que producen la vasopresina (hormona importante para mantener el equilibrio hídrico del organismo), la alteración fue transitoria y los animales recuperaron en Tierra la secreción normal de la misma. Pero en el caso de las neuronas productoras de oxitocina (importante para la conducta maternal, el parto y la lactancia de las ratas), los cambios fueron irreversibles.

De estos experimentos, integrados en el Proyecto de Desarrollo de Mamíferos del Neurolab, se encargaron varios investigadores del CSIC bajo la dirección de De Felipe y García Segura. Ahora han publicado los resultados en las revistas Cerebral Cortex y Developmental Brain Research.

La clave de la supervivencia de estas 11 ratas (unas fueron sacrificadas entre cuatro y cinco horas después del vuelo y otras cuatro meses después, para estudiar a fondo sus cerebros junto con los de otros 11 ejemplares que se quedaron en tierra para establecer comparaciones) parece estar precisamente en su edad. La mayoría de las que murieron en el Neurolab tenía una semana y dependía de sus madres para sobrevivir, pero éstas, al parecer debido a alteraciones hormonales, abandonaron a sus crías, según han explicado los investigadores españoles.

Cuando las 11 ratas que sobrevivieron llegaron a la Tierra tenían 30 días y su experiencia de 16 días en órbita significaba la mitad del tiempo de su desarrollo o el equivalente a la adolescencia en humanos. ¿Pueden los científicos extrapolar a partir de ahí los resultados a los seres humanos, a futuros astronautas de largos viajes que pudieran no sólo vivir en el espacio, sino también tener hijos? ¿Las alteraciones observadas sobre la corteza cerebral y hormonales son debidas a la ingravidez?

Los científicos no pueden estar seguros de que lo sucedido a las ratas sea aplicable a los humanos, aunque no lo descartan, siendo ambos mamíferos. En cuanto a qué provocó los cambios en el cerebro de los ejemplares de laboratorio, De Felipe señala que se juntan varios factores, como falta de gravedad, estrés y rayos cósmicos, por lo que a la hora de aludir a una causa de las alteraciones prefiere hablar de 'condiciones de vuelo espacial'.

Ante el futuro, los investigadores españoles consideran que sería muy interesante continuar estos experimentos en nuevas misiones, tal vez en la estación Espacial Internacional (ISS), donde se podría mantener a los animales hasta tres meses, pero de momento no hay nada concretado al respecto en los planes de la NASA.

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