Al fondo a la derecha
Cruzas la meta. ¿Quién ha ganado? Aitor González. ¿Y cómo ha sido el final? Pues nada, iba Luisito solo y le ha pasado casi lo mismo que a tí en el Tour, que le han dejado con la miel en los labios. Pobrecillo. ¿Sabes que segundo ha sido David? Vaya, qué poco le ha faltado; ya iba yo pensando que hoy era un buen día para él. Y de líder, ¿sigue Sevilla? Sí, eso creo, aunque su compañero le habrá recortado algo. Bien, bien, dame algo para beber ¿y el autobús dónde está? Sigue recto, esquiva las cámaras, los periodistas, la gente, los coches de carrera, regálale el botellín al primer chaval que veas porque, si no, no van a dejar de darte el coñazo y, como siempre, al fondo a la derecha. ¡Ah! y por si la cabeza no te rige muy bien después del esfuerzo, recuerda que es azul con cubitos de colores. ¡Qué gracioso! ¿Tan mala cara tengo? LLegas al autobús. Sueltas los pedales, resoplas con cara de alivio y piensas: ya está, un día menos, y encima hoy, uno de los buenos. Ahora, tres días tranquilos; como recupere bien, se van a enterar la última semana de quién soy yo.
¡Hombre, Horrillo, si estas vivo! ¡Estás hecho un campeón, menuda etapa te has pegado!, te dicen dándote un pequeño golpe en la espalda. A ver si cuentas el día de hoy en tu artículo, que lo de atrás no se ve en televisión. Anda que estoy yo ahora como para escribir artículos, me da que no sé ni siquiera cómo se enciende el ordenador. Venga, duchaos rápido que tenemos 250 kilómetros de traslado hasta Córdoba, que nos han preparado hoy una interesante ruta turística por el interior de Andalucía. Y del masaje os podéis ir olvidando, ¿eh? Vaya día llevo. ¿Pero qué te pasó que ibas ya descolgado en el primer puerto? Nada, que quería entrenar, y ya sabes, si vas adelante vas a rueda y no fuerzas, así que les he dado ventaja y luego he ido a por ellos. ¿Sí, en serio? Y entonces, miras directamente a los ojos, y dices con toda serenidad: claro.
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