Clave
COMO UNA NOVELA dentro de otra novela, pues los protagonistas, Walter Hartright y Marian Halcombe, están extraídos de La dama de blanco, de Wilkie Collins, el escritor británico actual James Wilson ha publicado La clave oculta (Muchnik), un relato de intriga, que trata de reconstruir la biografía del pintor Turner, cuya obra estará visible entre nosotros durante el otoño. De origen humilde, una madre loca, una formación autodidacta, una marcada timidez y un talante esquivo, cuando no huraño, no hay una vida menos romancesca que la de Turner, el cual, además, protegió celosamente su intimidad, de la que no sobresalen sino irrelevantes incidentes domésticos, a veces, un tanto sórdidos.
Hace ya más de medio siglo, los historiadores Ernst Kris y Otto Kurz publicaron un ensayo clásico en la materia sobre cómo se construyó la imagen legendaria de los artistas plásticos durante la época moderna. Al comienzo de la nuestra, casi a partir de 1800, estas primeras biografías de artistas de las recopilaciones del pasado, más o menos rellenas de anécdotas fabulosas, se transformaron en verdaderas novelas, cuyos protagonistas eran indistintamente héroes de ficción o se inspiraban en figuras históricas reales. Esta última versión, la de novelas que tratan de imaginar cómo era la vida de célebres maestros, alcanza hoy una proliferación asombrosa, de manera que no hay un gran artista, del pasado o del presente, que no haya sido objeto de un relato de estas características, aunque lo que sepamos de su trayectoria vital sea de lo más gris. Da igual; porque si los documentos no nos ofrecen nada apasionante al respecto, ni aventuras, ni demasiadas sutilidades psicológicas, siempre se puede aportar nuestro entusiasmo e imaginación en el comentario de la obra fascinante que realizaron.
Lo mejor en el caso de la novela de Wilson sobre Turner es precisamente que la investigación emprendida por sus protagonistas, en pos de conocer una supuesta clave oculta en la personalidad, la vida y la obra del gran paisajista inglés, los envuelve en una bruma que casi los enloquece. La luz rasgando un horizonte brumoso hasta hacer estallar los perfiles de las cosas y no dejar tras de sí más que un casi indiscernible vapor cromático fue la verdadera clave del estilo pictórico de Turner. Sus cuadros están ahí, bien patentes, ante nuestra mirada. ¿Somos, pues, quizá, nosotros, perdida clave del arte, los que nos ocultamos, deslumbrados por su cegador resplandor?
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