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Reportaje:

Clases al ritmo de las excavadoras

Unos padres denuncian ante el Síndic de Greuges y la Unión Europea las deficiencias de un colegio en Guardamar

La paciencia de algunos padres se agota. Y algunos no se quedan de brazos cruzados. Es el caso de los progenitores de una alumna de siete años del colegio Reyes Católicos de Guardamar del Segura. Héctor Fabio Rodríguez, padre de la alumna, acudió ayer a entrevistarse con el Síndic de Greuges, Bernardo del Rosal, para ampliar la queja que presentó por escrito en mayo pasado, y entregarle un amplio informe fotográfico de la situación 'tercermundista' en la que se encuentra este centro público.

Según el denunciante, las instalaciones son un 'peligro y no cumplen con la legislación vigente'. Los alumnos juegan cada mañana en el patio junto a las máquinas excadoras y en compañía de los albañiles que siguen trabajando para agilizar las obras de construcción. 'No hay vallas de seguridad, los niños pueden acceder en cualquier momento a las obras, y cuando tengamos una desgracia con cualquiera de nuestros hijos nos lamentaremos', vaticina Rodríguez.

Según la documentación aportada al Síndic, en el colegio Reyes Católicos de Guardamar del Segura los servicios y lavabos para los alumnnos son 'deficientes, no existen comedores y los niños, si llueve, deberán estar encerrados y hacinados en sus barracones'. El colegio, según el padre, tampoco tiene una adecuada salida de emergencia, ni rampas para facilitar el acceso de personas con mi-nusvalía.

En la queja presentada ayer detalla por escrito la situación que viven a diario los 300 alumnos, de entre tres y cinco años, de este colegio: 'Seis unidades de infantil están ubicadas dentro de una obra pública, existe contaminación acústica, polvo en suspensión y movimientos de grandes pesos por grúas comportan un grave peligro la vida de estos alumnos', asegura el denunciante, que también ha dado cuenta ante la secretaría general de la Comisión Europea, en Bruselas, de la situación, y ha pedido a las autoridades comunitarias que 'intercedan ante las autoridades españolas para buscar una solución que no ponga en peligro la vida de los 300 niños, padres y profesores, además de su salud mental'.

Sin embargo, la Comisión Europea todavía no ha respondido, y según explicó ayer el denunciante, la reunión con el Síndic fue 'decepcionante'. 'Conocía la grave situación en la que se encuentra el centro, pero como se está construyendo y hay un acuerdo del Consejo Escolar me dio a entender que no podía hacer nada', comentó, decepcionado.

En este sentido, la Consejería de Educación de la Generalitat Valenciana, después de las primeras protestas de este padre en el mes de julio, contestó que las obras de ampliación y reforma del centro comenzarían 'de manera inmediata', y que durarían un período de doce meses. Educación aportó como argumentos contra los denunciantes el acuerdo alcanzado por el Consejo Escolar Municipal de Guardamar, que decidió, a finales del curso pasado, instalar seis unidades de Infantil en el pabellón construido enfrente del colegio -una antigua cochera de vehículos muni-cipales- y repartir a los alumnos por las inmediaciones del centro en obras.

En esta línea, fuentes del Ayuntamiento restaron ayer importancia a la denuncia de estos padres y aseguraron que la seguridad está garantizada, ya que se adoptaron las medidas que aprobó y debatió el Consejo Escolar.

Sin embargo, los padres, que han emprendido en solitario la batalla de denunciar ante el Síndic de Greuges y la Unión Europea la situación de este centro público, se sienten 'solos y desamparados', y no dudan en calificar las instalaciones escolares de 'campo de concentración nazi', debido a las rejas, barracones y deficiencias que presenta el centro.

'El resto de padres se conforma con que las obras hayan comenzado, pero no entienden el peligro que corren sus hijos', lamenta Héctor Fabio Rodríguez, un padre que ha decidido dar un paso adelante y denunciar una situación que se repite, en menor o mayor medida, en otros colegios públicos.

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